martes, febrero 14, 2012

Escribir, escribir, escribir...

Vicente Herrera Márquez

Tengo que escribir.
No puede mi pluma estar inerte por la ausencia de tu voz.
No debo dejar que el silencio ahogue las palabras que quieren gritar,
ni tampoco disfrazar el llanto con melodías de alegría,
pues ese llanto también quiere aflorar en expresión.
Tengo que escribir el sentimiento y la congoja que oprime,
porque detrás de esos impostores hay ansias de alegría,
de comunicar, de contar, preguntar y estar presente.
¡Por eso tengo que escribir!
No puedo dejar que mis dedos olviden el teclado,
como tampoco debo olvidar que mis palabras no quieren callar.
Que importa que el corazón este oprimido y el alma acongojada,
si mis pies quieren caminar, mis ojos observar y mis manos acariciar.
No puedo cerrar mi garganta al torrente de palabras que quieren gritar,
hay palabras de tristeza y dolor pero también las hay de alegría y amor.
No puedo dejar de mirar la calle con su trajín diario de problemas,
ni tampoco puedo evitar mirar los niños que juegan alegres en la plaza
o aquellos otros que mendigan pan y amor en las esquinas de mi calle.
Sí, tengo que escribir aunque cueste dibujar las letras,
aunque las palabras broten ásperas y roncas de mi boca,
aunque la luz no sea suficiente para la presbicia disimulada,
aunque la artrosis dificulte el albedrío de las falanges escritoras,
aunque la mente enrede los recuerdos y ponga tu rostro en otro cuerpo,
tu voz en otra boca, tu mirada en otros ojos y tu tiempo en otro tiempo.
¡Sí, tengo que escribir!
¡Por las partidas y los olvidos!
¡Por los regresos y la esperanza!
¡Por ti, para no olvidarte!
¡Por mi, para no morir!
¡Por todo, tengo que escribir!

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