domingo, diciembre 17, 2006

Muchacha del viento

Vicente Herrera Márquez

Ven y abrázame muchacha del viento,

quiero sentirte esta noche en mi cama,
ven conmigo a espantar los fantasmas
que rondan mis horas oscuras, vacías.

Ven para amarnos muchacha del viento,
quítate esas ropas que inquietan miradas,
muéstrame desnuda tu piel y tu encanto
para grabar tu figura sensual en mi mente.

Ven estoy esperando muchacha del viento,
ven a estrujarme con fuerza en tus brazos,
y a darme en la boca tu aliento caliente
para espantar el frío que siento en el alma.

Ven con toda tu fuerza muchacha del viento,
para ti yo he guardado los bríos del tiempo,
da libertad a tus ansias y abandona el temor
y sin pudores naveguemos el mar del placer.

Ven en ráfagas tibias muchacha del viento,
deja que tu cuerpo sea la dúctil arcilla,
que mis manos modelen en forma exquisita
y como cuerdas al viento te hagan vibrar.

Ven dispuesta muchacha del viento,
a encender y quemar las sábanas blancas,
que con ese llamas y letras de amor
escribiré para siempre tu poema en mi piel.

Una rosa roja

Vicente Herrera Márquez

En el cuaderno el niño pintó una flor para mamá.

En el escritorio de la maestra había una flor.
En la vera del camino crecía una flor.
Y en las manos de un amante,
también había una flor.
Era una rosa roja.

En una flor de mi jardín puse todas las esperanzas.
Una por una, con cuidado, corté las espinas.
En sus pétalos escribí una canción
y le pedí al viento amigo
que la llevara hasta ti.
Era una rosa roja.

El viento con cariño la cobijó en sus ondas,
cuidando que no la marchitara el aire
y que, de la mañana, la fría brisa,
no escarchara las palabras
de la canción que escribí.
Era una rosa roja.

Tras una hoja, escondida quedó una espina,
la que hizo, sin querer, sangrar tu mano
y en tu corazón, dejo una herida,
que ojalá la puedan curar
otras rosas de mi jardín.
Era una rosa roja.

Vuelo de golondrina

Vicente Herrera Márquez

Golondrina lejana

que apareces de repente como un sueño
y así como apareces te diluyes.
Cuando tu vuelo se acerca a mi ventana,
extiendo mis brazos
para atrapar tus movimientos en el aire,
y cuando creo que te tengo,
te escurres como el agua entre mis manos.
Golondrina lejana
que vuelas por mi espacio en las mañanas
y como llegas te alejas por las tardes.
Por momentos te tengo solo a un paso,
cuando trato de tocar tus alas,
me esquivas y rauda eludes mi contacto.
Cuando trinas los poemas
que escribes en tus noches solitarias,
por momentos creo que te vienes a quedar.
Golondrina lejana
que te alejas a cada instante de mi lado,
dime antes que regreses
¿Qué ráfaga de viento te trajo a mi morada?
Dime avecilla etérea
si tan solo es un sueño y no quiero despertar,
o si eres real y es tu vuelo pasajero.
Pero si te vas y no regresas,
me duermo y cierro para siempre mi ventana.

Tango

Vicente Herrera Márquez

Quien dijo que el tango es baile solo de machos

y que hay que ser argentino para entender lo que es.
Eso no es cierto señores, soy de otra parte del mundo
y a la mujer argentina también la saco a bailar.
Por que el tango es ritmo y cadencia de hembra,
y es letra, canto y compás con prestancia de varón.
El tango es danza que hay que bailar en pareja
y no cualquiera lo baila, hay que saberlo bailar.
Quizás yo no heredé ni llevo en la sangre el ritmo,
pero se que a la mujer de cualquier parte del mundo
si vos la sabés llevar por los caminos del tango,
va a dibujar en el piso las figuras que vos querás.

Vení amiga quiero bailar con vos y darle lustre a la noche,
vení bailemos un tango, abrazame y dejate llevar.
Acercá tu cuerpo a mi cuerpo, sintamos nuestro calor,
dejá poner mi mano en tu espalda para poderte llevar,
con cariño y con firmeza por el parquet del salón.
Avanzá un paso, otro paso, tu muslo pegalo al mío,
al unisono sigue mis pies, al costado, otro atrás,
ocho, boleo, sacada, barrida y pique con doble gancho,
un cruce otro cruce y en el último mostrá la pierna,
que todos admiren la belleza que es esta danza genial.
Y vamos cruzando los pies y entrecruzando miradas,
que con el compás del tango puede nacer el amor.

La última novela

Vicente Herrera Márquez

No quiero seguir huyendo por los caminos del mundo,

me cansé de abandonos fríos y estúpidos alejamientos.
No quiero mirar más ojos que tristes queden esperando,
o sentir en los míos la humedad tibia de un hasta pronto.
No quiero oír más sollozos que se ahogan en lamentos,
ni quiero ahogar más penas tras una copa de ron.

A esta altura mi tiempo no soporta ya, más adioses,
muchos acumulé en mi vida y en mi valija no caben más.
Anduve largos caminos dejando huellas marcadas,
a mis pies no le quedan rastros para dejar donde voy.
Los besos que he reservado y los latidos que me quedan,
a ti te los entrego todos, porque hasta este punto llegué.

No quiero escribir contigo palabras de despedida,
no quiero agitar pañuelos en el andén de una estación,
ni quiero perder la vida en el estruendo de un adiós.
Quiero contigo, juntos, en plenitud completar el tiempo
que resta para escribir en las páginas de mis memorias,
siendo tu y yo, únicos personajes de esta novela final.

Disfraz de mago

Vicente Herrera Márquez

Puede ser solo una imagen la mujer que soñé dormido,

la que después de tenerla toda la noche en mis brazos
grabé con cinceles de fuego en las retinas del alma.
Puede ser el espejismo que se asoma al viajero sediento,
aquel que en el desierto es árbol de noche y fuente de día.
Puede ser una ilusión nacida una noche de insomnio,
de las tantas que conoce y soporta mi almohada.
Y puede ser la mujer de verdad que un día cualquiera,
sin esperarla, cabalgó praderas montada en las letras
y venciendo distancias, hasta al mío arrimó su camino.

Muchos dirán que puede ser la más bella del mundo,
pero en mi no caben dudas, es la mujer más hermosa.
Ella es la noche estrellada y es la hora apacible del día,
es la fuerza del huracán y es de la brisa la caricia.
Y aunque estando conmigo no pronuncia mi nombre
siento que me toma y eleva en vapores inconscientes,
y me lleva por caminos desconocidos y embrujados.
Con ella veo la vida, huelo un sendero, oigo el silencio,
saboreo esperanzas, palpo destinos y siento el amor.

El disfraz de mago que me pongo en las noches de lluvia,
de viento, de boca de lobo, o de luna encantada,
transforma en poderes mis limitados sentidos humanos,
que sienten y ven lo que otros no pueden ni quieren.
Con mi magia y su belleza traspasamos fronteras abisales.
Con fuego renacemos y cual naves quemamos los temores.
Más allá de los rostros, mucho más allá de los cuerpos,
escribimos fantasías y en una fundimos dos historias.
Gozamos con sensaciones sublimes y consumados placeres,
vivencias que no tienen ni sienten los simples mortales.

Complacidos y extasiados descansamos en lecho terrenal,
ahora veo el fondo verdadero de los ojos en la imagen
y oigo resonantes los silencios expresivos de su voz.
Huelo los perfumes exquisitos destilados de su cuerpo,
y palpo con mi manos, en su blanca piel, energías siderales.
Descifro con mi mente los mensajes de códigos arcanos,
y traduzco en versos y palabras que nacen desde el alma
el real significado del libro “ El Cantar de los Cantares.”
La realidad la vivo despierto y también la sueño dormido,
ahora solo como un hombre, que no es mago y menos inmortal.

Canto para la mujer más bella

Vicente Herrera Márquez

Este canto es para ti


Porque eres bella en la alegría y hermosa en la tristeza,
hoy no quiero escribir, ni ensuciar con rayas el papel.
Quiero cantarle a tu belleza, cantarle a tu bondad,
cantar una canción a tu gracia y tu armonía,
al trino de tu canto y al encanto de tus ojos,
al corazón de tus labios y al embrujo de tus besos.
Cantarle a tu risa y porque no, también a tus enojos.
Quiero entonar una canción con el eco de tu voz,
y modulando un beso en tu boca, quiero cantar para ti.

Que canten juntas conmigo todas las voces del mundo,
que vengan raudos vibrando los grillos del campo,
que se acerquen ondinas y las musas del canto,
que vengan, en bandadas, trinando las aves canoras,
y con música de mil violines y arpegios de viento,
se unan voces y trinos, en coro cantando, solo para ti.
Quiero que mi canto sea cómplice en tus ratos de alegría,
que te regale una sonrisa cuando te venza la tristeza
y sea el compañero fiel cuando estés en soledad.
Que acorte la vigilia en las noches largas de tormenta
y que ayude a conciliar el sueño reparador de tu cansancio.

No quiero cantarle a la vida, al tiempo o al destino,
mucho le he cantado a mi pueblo, a mi tierra y a mi gente,
hoy mi canto es todo para ti compañera de mis sueños.
Te canto con el alma henchida puesta en las estrofas;
en este momento mis palabras son verbo y sustantivo,
solo saben escribir, modular y cantar tu nombre,
porque tu nombre es la letra y también la melodía.

Tomemos un café

Vicente Herrera Márquez

¿Tomemos un café?

Conversemos un rato, el día esta ideal,
no hace calor, no hace frío y tampoco va a llover,
el viento se ha calmado y la calle esta callada.
¿Qué te parece? Tomemos un café.
Hablemos de política o del problema social,
de la última película, de la canción de moda.
De la pelea en televisión, del asunto de la vedette.
De la separación de fulano de la fulana de tal,
o también de la eliminación del equipo del mundial.
Pero, espera, se me ocurre algo mejor.
¿Te acuerdas que hace un tiempo dijiste
que en algún café del destino, en un momento cualquiera
y sin mediar intención ni programa,
nos contaríamos las historias y caminos
que a cada uno nos tocó escribir?
¿Será este el momento? Tomemos un café.
Abramos las cortinas, olvidemos los temores,
quitemos llave a cerrojos, espantemos fantasmas
y sin ningún pretexto contemos nuestras historias,
hablemos de nuestras vidas y conversemos del amor.

Los dias de la semana

Vicente Herrera Márquez

Hay semanas que duran meses,

otras se van volando.
Algunas son caminos de barro,
en otras calienta el sol.
Hay semanas llenas de juventud,
pero hay otras de pies cansados.
De repente llega un lunes
que se llena de proyectos,
el martes son proyectos truncos
cubiertos por derrumbes.
Un viernes de buenos deseos,
es un sábado de esperanzas
que termina en domingo de soledad.
Martes proyectando viajes,
que el jueves ya son boletos
que perdieron el avión.
Los miércoles es un balance
¿que no se hizo? ¿que falta por hacer?
Si lo pasado fue negro,
el color de lo que viene
es muy fácil de adivinar.
No es posible ser optimista
si cada semana que pasa
promete, promete y promete,
al final se trunca y todo sigue igual.

Los poetas no mueren por amor

Vicente Herrera Márquez

Si quieres matar un poeta,

la verdad que es imposible,
son como mala hierba
y tienen más vidas que un gato.
Si clavas una daga en su pecho
es probable que renazca
y se multiplique por cien.
Si le das a beber veneno
es seguro que pedirá otra copa,
para seguir escribiendo
y para ir matando la sed.
Si le disparas balas de plata
justo en el centro del corazón,
te contará la noche entera
sus romances de juventud.
Si le muestras un desdén,
seguro que se hará el muerto,
pero cuando tu no lo veas
a otros ojos escribirá versos.
Cuando sientas que no respira,
acércate muy despacio,
humedece sus labios con vino,
acerca tu boca a su boca
y con pasión te besará.
Nunca te sientas culpable
si dice que por ti agoniza,
es mentira, no le creas,
tan solo te quiere engañar
usando una antigua treta.

Por amor nace el poeta…
amando renace mil veces…
pero es mentira, no crean,
que se mata por amor.
Si un día con certeza muere
es por que así lo quiso él,
y nadie, nadie tiene la culpa
de que se muera un poeta.
Nunca hagas caso, es mentira,
si oyes o alguien te dice
que un poeta se esta muriendo…
y se esta muriendo de amor…

Sueños y alcohol

Vicente Herrera Márquez

Soñé un campo de trigo,

extenso jugando al viento,
dorado, brillante, pleno
de espigas llenas de vida.
Soñé una voz insinuante
que cantaba sonetos de amor.
Soñé una piel cubierta con seda
que esperaba manos ansiosas.
Soñé una mente abierta
con ansias de compartir.
Soñé unos ojos semientornados
que ocultaban su color,
disfrazados con nostalgias,
anhelantes, esperando amor.
Soñé unos labios hermosos,
borrosos en mi visión,
ofreciendo fruto de un beso
y sedientos de pasión.
Soñé un rostro difuso,
entre el sueño y el alcohol
y aún así me atrapó el encanto
de una armonía sutil.
soñé una sonrisa encendida,
escuché un susurro apagado...
se me borraba la imagen,
con los vapores del vino
y los ríos, de mis pupilas.
Soñé un torrente vibrante,
con ansias de seducción,
que me regaló por instantes
esperanzas de una ilusión.
Aún soñando desperté del sueño,
embrujado por tus ojos,
cautivado por tus labios,
aprisionado en tus brazos
y enredado en tu trigal.

¿Saben quien es?

Vicente Herrera Márquez

¿Ven aquella mujer que va por la plaza,

caminando entre palomas,
la que va saludando y sonriendo,
esa que ofreciendo su mano acaricia a un anciano?
¿Saben quien es? ¡Es mi mujer!

¿Observan la mujer que cruza la calle,
como la miran y admiran,
y como todos se detienen al verla pasar?
¡Si es tan hermosa! ¡Es tan preciosa! ¡Es una diosa!
¿Quién es la bella? ¿Quien otra? ¡Mi mujer!

¿Sienten un aroma distinto
de almizcle, ámbar y flores,
que deja una estela intrigante,
cuando pasa inocente, caminando entre toda la gente?
¿Quién puede ser? ¡Pues, mi mujer!

¿Oyen una voz melodiosa,
que sobresale del ruido mundano
y que entona canciones alegres
cuando todos avanzan tristes, serios y enojados?
¿Quién es la que canta? ¡Es mi mujer!

¿Saben de una mujer hermosa
que en las tardes de calor sofocante,
muestra transparente y lozana con sano pudor,
a los hombres, su juventud y encanto?
No puede ser otra, ¡Es mi mujer!

¿Conocen una mujer valiente
que enfrenta la vida luchando,
mostrando la cara y sus manos francas,
sorteando fatuos espejismos y venciendo tormentas?
¿Quién puede ser? ¡Sólo mi mujer!

Yo quiero con ella avanzar,
en el cruce de calle, orgulloso.
En el trance de enfrentar la vida,
y en la plaza derramando bondad y amistad.
Pero no puede ser ¿Y saben porqué?
¡Cuanto yo quisiera! Pero no es mi mujer.

¿Te acuerdas papito?

Vicente Herrera Márquez

Hay una querencia que llevo en el alma,

hay un pueblo de tierra y de viento,
es una comarca con brisas de infancia,
es un destino con tormentas de amor.
Es un lugar que en noches de llanto
le enrostré gritando con rabia y dolor,
el nombre de pueblo maldito,
olvidando que si algo yo soy
me lo dio sin cobrar ese pueblo bendito.
Es un pueblo lejano donde hay amor,
es el regazo con teta de madre,
es el pan con sudor en frente de padre,
es la letra de maestros señeros
y es el consejo de viejos ya muertos.
Es el sabañón arraigado en la oreja,
y es el piche asado en el horno
en los días que faltaba el trabajo.
En las noches de invierno era cristal
dibujado en ventanas de escarcha,
era el soplar ululante del viento,
y era rastro marcado en la nieve
buscando leña para entibiar el invierno.
¿Te acuerdas papito? los días felices,
que aunque poco, pero había pan,
cuando yo aún siendo un niño,
tú, sin vergüenza, me pedías cigarros
y me decías que yo no debiera fumar,
y también me decías con ceño fruncido
no llores nunca por una mujer;
¡Y cuantas noches, por mi madre muerta,
encendiendo una vela te vi llorar!
Hoy acá varado en distancias lejanas,
muy lejos del pueblo te puedo contar:
hace tiempo, ya mucho, dejé de fumar,
hoy escribo y es posible que pueda dejar de escribir,
pero no puedo evitar, el llorar por una mujer.