miércoles, mayo 28, 2014

Tiempo de partir



           Vicente Herrera Márquez



Me voy por un río de vientos y vino tinto,
aunque me haga el sordo, me llaman los caminos,
me llaman mis camaradas, los poetas viejos,
los amigos de antaño y siempre, entre ellos el tinto del vino.
Me está llamando a recorrerla, la ruta hacia el destino,
que me debe estar esperando a la vuelta de la esquina.
No sé si algo dejo olvidado en algún cuaderno escondido,
algunas letras enredadas en una cabellera rubia
o  un par de lágrimas  en ojos de color indefinido.
Quise dejar poemas y los dejé en el libro de visitas.
Quise dejar sentimientos y los dejé en un corazón de mujer.
Quise lograr amistades con mis trovas, no sé si lo logré.
Para ello había que pagar con trueque de palabras,
algunas  pequeñas mentiras y unas cuantas gotas de hipocresía.
La tarifa en realidad no era alta, pero era precio interesado.
Yo no le cobro al que quiera leer mis letras, tampoco pido leerlas
sólo las escribo y  expongo, y allí quedan mansas a la lectura,
en un estante de libros o en un anaquel virtual.
Aunque valgan oro para mí,  no tienen precio de venta,
pues, el maestro que me enseñó a escribir por ello no me cobró.
Por eso,  mis palabras son sentimientos  que grito al viento
y letras libres que  sin fronteras quieren volar.
Me voy, si alguien quiere saber dónde estoy, donde voy,
saber si vivo, saber si he muerto, saber si escribo,
escríbanme,  mi dirección y mi buzón viajan conmigo.
Pierdan cuidado, las cartas van a llegar y respuesta van a tener.
Y recuerden  que el solo leerlo ya es premio para el que escribe.
Siempre sabré de ustedes también mi pantalla me acompaña
y si alguien me quiere leer o encontrar, busquen en cualquier parte,
busquen en día claro, busquen en noche oscura y en internet
en un romance furtivo, en el bar de la esquina y en el viento tibio.
Soy  como el caracol que lleva su casa al hombro
y va dibujando un rastro por el camino que le toca andar.

Me voy

            Vicente Herrera Márquez
          
 
Me voy y no pregunten por qué.
Yo soy así, puede que esté muy bien
y de repente por una coma, una mariposa o una golondrina,
cierro mi cuaderno, guardo mi pluma, bato las alas y me voy.

Por caminos desconocidos iré buscando senderos perdidos.
Hurgaré en sueños futuros hasta encontrar las esperanzas de antaño.
Removeré en el almacén de memorias hasta saber que archivos dejé con virus,
para destruirlos o aplicarles la medicina que erradique el mal.
Buscaré en mis primeros versos las palabras dichas al vuelo, que hirieron a las palomas
y los “te quiero” mal dichos, con errores de ortografía o expresados en voz muy baja.
Para así volver algún día con archivos sin manchas ni errores de ortografía,
con versos mejor escritos y  en  el lenguaje simple que usamos todos los días;
con “Te quiero”  sinceros dibujados con bellas letras que griten con voz del alma.

Mientras estoy ausente buscando las letras perdidas,
no dejen de leer todo lo que llega al almacén de versos
y busquen entre líneas la esencia del escritor.
Y cuando comenten los versos de los jóvenes poetas,
no usen palabras triviales, no calzan bien y están demás,
expresen los  sentimientos que esas letras les provocan.
Tampoco mientan con palabras fáciles que suenan falsas,
porque en el tiempo, en lugar de alimento, serán mentiras,
que envanecerán al poeta que está aprendiendo a escribir.
Digan la verdad, incitándolo para que use palabras comunes
y metáforas con sentido, sin perderse en nubes y alturas.   
Además  con palabras sabias expresen lo que no les gustó,
tengan seguridad que el escritor joven lo va a agradecer.
Y cuando, el hoy, poeta incipiente,  tenga libros, años y caminos,
vuelvan a visitarlo y leerán en sus versos lo agradecido que está.
Mientras ve voy a recorrer caminos y vivir aventuras nuevas,
sigan leyendo y escribiendo que en algún parador virtual,
cuando busque mis correos también los voy a leer .