lunes, julio 11, 2011

No llamen a mi puerta

Vicente Herrera Márquez

No me interrumpan, estoy escribiendo.
No llamen a mi puerta, no pulsen los números del teléfono.
No pregunten por mí a los vecinos, ellos no saben si estoy o no estoy.
No averigüen si me encierro en la casa o ando por el mundo vagando.
Olviden por un tiempo que existo y que vivo.
¿Por qué?
¡Porque hoy volvió!
¡Sí! ¡Ella volvió!
Y no quiero que al abrir la puerta el viento la tome y la lleve otra vez.
Ahora la quiero aquí, conmigo, pues aquí debe estar.
Estuvo alejada algún tiempo después que sin avisar se esfumó.
Hoy volvió, cuando ya la espera tocaba a su fin.
Por eso pido, déjenme a solas con ella para conversar el tiempo alejado
y después con calma, con furia y con rabia la quiero abrazar.
La voy a aprovechar mientras pueda retenerla y quiera quedarse,
no la dejaré descansar, la disfrutaré, la querré tener noche y día
y aunque quiera dormir en mi pecho, mi ímpetu retenido no la dejara.
Con fuerzas inhumanas le voy a estrujar el goce del tiempo perdido
y además mientras yo pueda será mi mujer aunque tenga que violarla.
Si la situación lo requiere la encerraré en una jaula,
la ataré desnuda a mi cama, la tendré prisionera aunque clame libertad.
Por eso aseguro, esta vez no huirá y aunque lo intente, escapar no podrá,
pues el tiempo que lejos anduvo fui un paria sin razón,
fui analfabeto vagabundo sin sendero ni meta que alcanzar,
fui un bohemio que la buscaba como loco entre quimeras y alcohol,
fui guitarra sin cuerdas y canción de silencios
y fui prosista de estrofas inconclusas asiduo huésped del canasto de papeles.
Hoy la tengo prisionera, hoy es mi cautiva, y hoy la haré mi esclava.
Hoy es la hembra deseada que en algún momento me olvidó.
¡Hoy es mía, mía, mía, mía, solo mía y para siempre mía!
Hasta que me dé su última palabra o hasta cuando yo exhale el último suspiro.
En ese momento libre será, de par en par tendrá la puerta abierta,
en el camino siempre habrá brazos abiertos que la querrán cobijar.
Pero hoy, mañana y hasta que dure mi mañana se queda conmigo,
amarrada a mi pluma, sujeta a mi teclado e impresa en mi cuaderno,
atrapada en la memoria de mi computador y en mi alma de poeta.
Por eso les pido no me interrumpan, estoy escribiendo.
Hoy es mía, solo mía... mía, mía, la esquiva inspiración.

El retorno de las letras

Vicente Herrera Márquez

Las letras llegan cuando ella se va,
vienen escondidas en humo de tabaco y vapor de ron.
Algunas piden calma, otras quieren gritar,
no faltan las que me culpan,
mientras algunas que no entienden quieren cantar.

Letras difusas y veleidosas que se dispersan cuando las busco,
para atiborrar carillas con palabras que digan cuanto la quiero,
para pedir perdón si en algo me equivoqué,
para rogar furioso que no se vaya,
para escribir un verso con su nombre y una caricia,
para garabatear con llanto el retraso de su partida,
para hacer creer a otros que si lloro es por Navidad,
por un recuerdo o porque un año viene y otro se va.

Hoy aparecen cuando no las quiero.
Pero llegaron, no era el momento, pero llegaron,
vengan, vengan letras que vienen cuando ella se va.
Cuando las quise no se asomaron, ni siquiera la o se mostró redonda.
Hoy llegan, algo voy a escribir, ya vendrá el momento del decir distinto
pero hoy todas tendrán que mostrar dolor.
Escribiré mil y una o más palabras aunque algunas nunca podré,
sé escribir amor, sé escribir te quiero, pero no he logrado aprender,
y tampoco quiero, escribir adiós.