Por tantas cosas
amor.
Te quiero porque
llegaste en las letras,
porque trajiste
primavera en otoño,
porque en tu
nombre había misterio,
en tu mirada
esperanza y en tu voz calidez.
Te quiero porque
permites que te quiera
y porque has
aprendido a quererme,
porque sabes
transformar el ímpetu en serenidad
y darle a la palabra
sincera verdad.
Te quiero porque
eres sentimientos,
que se desbordan
en tolerancia y comprensión
y en la hora del
romance en susurros y caricias.
Te quiero porque
en el devenir de los días,
a pesar de los
altibajos del camino,
con paciencia y
sabiduría controlas mi locura.
Te quiero cuando
estás ausente y más te quiero,
cuando en los
momentos que me domina la incertidumbre,
con sosiego y
paciencia me das seguridad.
Te quiero cuando
estás y también te quiero cuando no estás.
Te quiero cuando
voy y vuelvo y encuentro tu llamadas,
pero igual te
quiero si no me has escrito y ni siquiera leído.
Te quiero porque
traes en tu piel fuego de raza indómita,
en las líneas de
tu cuerpo caminos desconocidos,
en tu labios
tentación y en tu mirada candor.
Te quiero porque
eres bella en el quehacer del día,
en tus letras de
versos sugerentes y de palabras sutiles
y te quiero
porque en la fiesta de cuerpo y piel, eres fuego y pasión.
Te quiero de
madrugada en la hora de la alondra,
en la hora
temprana cuando el día promete sorpresas.
También te quiero
en la hora incierta de la tarde larga,
y con rabia y
pena en la hora amarga del abrazo ajeno.
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