domingo, diciembre 17, 2006

Muchacha del viento

Vicente Herrera Márquez

Ven y abrázame muchacha del viento,

quiero sentirte esta noche en mi cama,
ven conmigo a espantar los fantasmas
que rondan mis horas oscuras, vacías.

Ven para amarnos muchacha del viento,
quítate esas ropas que inquietan miradas,
muéstrame desnuda tu piel y tu encanto
para grabar tu figura sensual en mi mente.

Ven estoy esperando muchacha del viento,
ven a estrujarme con fuerza en tus brazos,
y a darme en la boca tu aliento caliente
para espantar el frío que siento en el alma.

Ven con toda tu fuerza muchacha del viento,
para ti yo he guardado los bríos del tiempo,
da libertad a tus ansias y abandona el temor
y sin pudores naveguemos el mar del placer.

Ven en ráfagas tibias muchacha del viento,
deja que tu cuerpo sea la dúctil arcilla,
que mis manos modelen en forma exquisita
y como cuerdas al viento te hagan vibrar.

Ven dispuesta muchacha del viento,
a encender y quemar las sábanas blancas,
que con ese llamas y letras de amor
escribiré para siempre tu poema en mi piel.

Una rosa roja

Vicente Herrera Márquez

En el cuaderno el niño pintó una flor para mamá.

En el escritorio de la maestra había una flor.
En la vera del camino crecía una flor.
Y en las manos de un amante,
también había una flor.
Era una rosa roja.

En una flor de mi jardín puse todas las esperanzas.
Una por una, con cuidado, corté las espinas.
En sus pétalos escribí una canción
y le pedí al viento amigo
que la llevara hasta ti.
Era una rosa roja.

El viento con cariño la cobijó en sus ondas,
cuidando que no la marchitara el aire
y que, de la mañana, la fría brisa,
no escarchara las palabras
de la canción que escribí.
Era una rosa roja.

Tras una hoja, escondida quedó una espina,
la que hizo, sin querer, sangrar tu mano
y en tu corazón, dejo una herida,
que ojalá la puedan curar
otras rosas de mi jardín.
Era una rosa roja.

Vuelo de golondrina

Vicente Herrera Márquez

Golondrina lejana

que apareces de repente como un sueño
y así como apareces te diluyes.
Cuando tu vuelo se acerca a mi ventana,
extiendo mis brazos
para atrapar tus movimientos en el aire,
y cuando creo que te tengo,
te escurres como el agua entre mis manos.
Golondrina lejana
que vuelas por mi espacio en las mañanas
y como llegas te alejas por las tardes.
Por momentos te tengo solo a un paso,
cuando trato de tocar tus alas,
me esquivas y rauda eludes mi contacto.
Cuando trinas los poemas
que escribes en tus noches solitarias,
por momentos creo que te vienes a quedar.
Golondrina lejana
que te alejas a cada instante de mi lado,
dime antes que regreses
¿Qué ráfaga de viento te trajo a mi morada?
Dime avecilla etérea
si tan solo es un sueño y no quiero despertar,
o si eres real y es tu vuelo pasajero.
Pero si te vas y no regresas,
me duermo y cierro para siempre mi ventana.

Tango

Vicente Herrera Márquez

Quien dijo que el tango es baile solo de machos

y que hay que ser argentino para entender lo que es.
Eso no es cierto señores, soy de otra parte del mundo
y a la mujer argentina también la saco a bailar.
Por que el tango es ritmo y cadencia de hembra,
y es letra, canto y compás con prestancia de varón.
El tango es danza que hay que bailar en pareja
y no cualquiera lo baila, hay que saberlo bailar.
Quizás yo no heredé ni llevo en la sangre el ritmo,
pero se que a la mujer de cualquier parte del mundo
si vos la sabés llevar por los caminos del tango,
va a dibujar en el piso las figuras que vos querás.

Vení amiga quiero bailar con vos y darle lustre a la noche,
vení bailemos un tango, abrazame y dejate llevar.
Acercá tu cuerpo a mi cuerpo, sintamos nuestro calor,
dejá poner mi mano en tu espalda para poderte llevar,
con cariño y con firmeza por el parquet del salón.
Avanzá un paso, otro paso, tu muslo pegalo al mío,
al unisono sigue mis pies, al costado, otro atrás,
ocho, boleo, sacada, barrida y pique con doble gancho,
un cruce otro cruce y en el último mostrá la pierna,
que todos admiren la belleza que es esta danza genial.
Y vamos cruzando los pies y entrecruzando miradas,
que con el compás del tango puede nacer el amor.

La última novela

Vicente Herrera Márquez

No quiero seguir huyendo por los caminos del mundo,

me cansé de abandonos fríos y estúpidos alejamientos.
No quiero mirar más ojos que tristes queden esperando,
o sentir en los míos la humedad tibia de un hasta pronto.
No quiero oír más sollozos que se ahogan en lamentos,
ni quiero ahogar más penas tras una copa de ron.

A esta altura mi tiempo no soporta ya, más adioses,
muchos acumulé en mi vida y en mi valija no caben más.
Anduve largos caminos dejando huellas marcadas,
a mis pies no le quedan rastros para dejar donde voy.
Los besos que he reservado y los latidos que me quedan,
a ti te los entrego todos, porque hasta este punto llegué.

No quiero escribir contigo palabras de despedida,
no quiero agitar pañuelos en el andén de una estación,
ni quiero perder la vida en el estruendo de un adiós.
Quiero contigo, juntos, en plenitud completar el tiempo
que resta para escribir en las páginas de mis memorias,
siendo tu y yo, únicos personajes de esta novela final.

Disfraz de mago

Vicente Herrera Márquez

Puede ser solo una imagen la mujer que soñé dormido,

la que después de tenerla toda la noche en mis brazos
grabé con cinceles de fuego en las retinas del alma.
Puede ser el espejismo que se asoma al viajero sediento,
aquel que en el desierto es árbol de noche y fuente de día.
Puede ser una ilusión nacida una noche de insomnio,
de las tantas que conoce y soporta mi almohada.
Y puede ser la mujer de verdad que un día cualquiera,
sin esperarla, cabalgó praderas montada en las letras
y venciendo distancias, hasta al mío arrimó su camino.

Muchos dirán que puede ser la más bella del mundo,
pero en mi no caben dudas, es la mujer más hermosa.
Ella es la noche estrellada y es la hora apacible del día,
es la fuerza del huracán y es de la brisa la caricia.
Y aunque estando conmigo no pronuncia mi nombre
siento que me toma y eleva en vapores inconscientes,
y me lleva por caminos desconocidos y embrujados.
Con ella veo la vida, huelo un sendero, oigo el silencio,
saboreo esperanzas, palpo destinos y siento el amor.

El disfraz de mago que me pongo en las noches de lluvia,
de viento, de boca de lobo, o de luna encantada,
transforma en poderes mis limitados sentidos humanos,
que sienten y ven lo que otros no pueden ni quieren.
Con mi magia y su belleza traspasamos fronteras abisales.
Con fuego renacemos y cual naves quemamos los temores.
Más allá de los rostros, mucho más allá de los cuerpos,
escribimos fantasías y en una fundimos dos historias.
Gozamos con sensaciones sublimes y consumados placeres,
vivencias que no tienen ni sienten los simples mortales.

Complacidos y extasiados descansamos en lecho terrenal,
ahora veo el fondo verdadero de los ojos en la imagen
y oigo resonantes los silencios expresivos de su voz.
Huelo los perfumes exquisitos destilados de su cuerpo,
y palpo con mi manos, en su blanca piel, energías siderales.
Descifro con mi mente los mensajes de códigos arcanos,
y traduzco en versos y palabras que nacen desde el alma
el real significado del libro “ El Cantar de los Cantares.”
La realidad la vivo despierto y también la sueño dormido,
ahora solo como un hombre, que no es mago y menos inmortal.

Canto para la mujer más bella

Vicente Herrera Márquez

Este canto es para ti


Porque eres bella en la alegría y hermosa en la tristeza,
hoy no quiero escribir, ni ensuciar con rayas el papel.
Quiero cantarle a tu belleza, cantarle a tu bondad,
cantar una canción a tu gracia y tu armonía,
al trino de tu canto y al encanto de tus ojos,
al corazón de tus labios y al embrujo de tus besos.
Cantarle a tu risa y porque no, también a tus enojos.
Quiero entonar una canción con el eco de tu voz,
y modulando un beso en tu boca, quiero cantar para ti.

Que canten juntas conmigo todas las voces del mundo,
que vengan raudos vibrando los grillos del campo,
que se acerquen ondinas y las musas del canto,
que vengan, en bandadas, trinando las aves canoras,
y con música de mil violines y arpegios de viento,
se unan voces y trinos, en coro cantando, solo para ti.
Quiero que mi canto sea cómplice en tus ratos de alegría,
que te regale una sonrisa cuando te venza la tristeza
y sea el compañero fiel cuando estés en soledad.
Que acorte la vigilia en las noches largas de tormenta
y que ayude a conciliar el sueño reparador de tu cansancio.

No quiero cantarle a la vida, al tiempo o al destino,
mucho le he cantado a mi pueblo, a mi tierra y a mi gente,
hoy mi canto es todo para ti compañera de mis sueños.
Te canto con el alma henchida puesta en las estrofas;
en este momento mis palabras son verbo y sustantivo,
solo saben escribir, modular y cantar tu nombre,
porque tu nombre es la letra y también la melodía.

Tomemos un café

Vicente Herrera Márquez

¿Tomemos un café?

Conversemos un rato, el día esta ideal,
no hace calor, no hace frío y tampoco va a llover,
el viento se ha calmado y la calle esta callada.
¿Qué te parece? Tomemos un café.
Hablemos de política o del problema social,
de la última película, de la canción de moda.
De la pelea en televisión, del asunto de la vedette.
De la separación de fulano de la fulana de tal,
o también de la eliminación del equipo del mundial.
Pero, espera, se me ocurre algo mejor.
¿Te acuerdas que hace un tiempo dijiste
que en algún café del destino, en un momento cualquiera
y sin mediar intención ni programa,
nos contaríamos las historias y caminos
que a cada uno nos tocó escribir?
¿Será este el momento? Tomemos un café.
Abramos las cortinas, olvidemos los temores,
quitemos llave a cerrojos, espantemos fantasmas
y sin ningún pretexto contemos nuestras historias,
hablemos de nuestras vidas y conversemos del amor.

Los dias de la semana

Vicente Herrera Márquez

Hay semanas que duran meses,

otras se van volando.
Algunas son caminos de barro,
en otras calienta el sol.
Hay semanas llenas de juventud,
pero hay otras de pies cansados.
De repente llega un lunes
que se llena de proyectos,
el martes son proyectos truncos
cubiertos por derrumbes.
Un viernes de buenos deseos,
es un sábado de esperanzas
que termina en domingo de soledad.
Martes proyectando viajes,
que el jueves ya son boletos
que perdieron el avión.
Los miércoles es un balance
¿que no se hizo? ¿que falta por hacer?
Si lo pasado fue negro,
el color de lo que viene
es muy fácil de adivinar.
No es posible ser optimista
si cada semana que pasa
promete, promete y promete,
al final se trunca y todo sigue igual.

Los poetas no mueren por amor

Vicente Herrera Márquez

Si quieres matar un poeta,

la verdad que es imposible,
son como mala hierba
y tienen más vidas que un gato.
Si clavas una daga en su pecho
es probable que renazca
y se multiplique por cien.
Si le das a beber veneno
es seguro que pedirá otra copa,
para seguir escribiendo
y para ir matando la sed.
Si le disparas balas de plata
justo en el centro del corazón,
te contará la noche entera
sus romances de juventud.
Si le muestras un desdén,
seguro que se hará el muerto,
pero cuando tu no lo veas
a otros ojos escribirá versos.
Cuando sientas que no respira,
acércate muy despacio,
humedece sus labios con vino,
acerca tu boca a su boca
y con pasión te besará.
Nunca te sientas culpable
si dice que por ti agoniza,
es mentira, no le creas,
tan solo te quiere engañar
usando una antigua treta.

Por amor nace el poeta…
amando renace mil veces…
pero es mentira, no crean,
que se mata por amor.
Si un día con certeza muere
es por que así lo quiso él,
y nadie, nadie tiene la culpa
de que se muera un poeta.
Nunca hagas caso, es mentira,
si oyes o alguien te dice
que un poeta se esta muriendo…
y se esta muriendo de amor…

Sueños y alcohol

Vicente Herrera Márquez

Soñé un campo de trigo,

extenso jugando al viento,
dorado, brillante, pleno
de espigas llenas de vida.
Soñé una voz insinuante
que cantaba sonetos de amor.
Soñé una piel cubierta con seda
que esperaba manos ansiosas.
Soñé una mente abierta
con ansias de compartir.
Soñé unos ojos semientornados
que ocultaban su color,
disfrazados con nostalgias,
anhelantes, esperando amor.
Soñé unos labios hermosos,
borrosos en mi visión,
ofreciendo fruto de un beso
y sedientos de pasión.
Soñé un rostro difuso,
entre el sueño y el alcohol
y aún así me atrapó el encanto
de una armonía sutil.
soñé una sonrisa encendida,
escuché un susurro apagado...
se me borraba la imagen,
con los vapores del vino
y los ríos, de mis pupilas.
Soñé un torrente vibrante,
con ansias de seducción,
que me regaló por instantes
esperanzas de una ilusión.
Aún soñando desperté del sueño,
embrujado por tus ojos,
cautivado por tus labios,
aprisionado en tus brazos
y enredado en tu trigal.

¿Saben quien es?

Vicente Herrera Márquez

¿Ven aquella mujer que va por la plaza,

caminando entre palomas,
la que va saludando y sonriendo,
esa que ofreciendo su mano acaricia a un anciano?
¿Saben quien es? ¡Es mi mujer!

¿Observan la mujer que cruza la calle,
como la miran y admiran,
y como todos se detienen al verla pasar?
¡Si es tan hermosa! ¡Es tan preciosa! ¡Es una diosa!
¿Quién es la bella? ¿Quien otra? ¡Mi mujer!

¿Sienten un aroma distinto
de almizcle, ámbar y flores,
que deja una estela intrigante,
cuando pasa inocente, caminando entre toda la gente?
¿Quién puede ser? ¡Pues, mi mujer!

¿Oyen una voz melodiosa,
que sobresale del ruido mundano
y que entona canciones alegres
cuando todos avanzan tristes, serios y enojados?
¿Quién es la que canta? ¡Es mi mujer!

¿Saben de una mujer hermosa
que en las tardes de calor sofocante,
muestra transparente y lozana con sano pudor,
a los hombres, su juventud y encanto?
No puede ser otra, ¡Es mi mujer!

¿Conocen una mujer valiente
que enfrenta la vida luchando,
mostrando la cara y sus manos francas,
sorteando fatuos espejismos y venciendo tormentas?
¿Quién puede ser? ¡Sólo mi mujer!

Yo quiero con ella avanzar,
en el cruce de calle, orgulloso.
En el trance de enfrentar la vida,
y en la plaza derramando bondad y amistad.
Pero no puede ser ¿Y saben porqué?
¡Cuanto yo quisiera! Pero no es mi mujer.

¿Te acuerdas papito?

Vicente Herrera Márquez

Hay una querencia que llevo en el alma,

hay un pueblo de tierra y de viento,
es una comarca con brisas de infancia,
es un destino con tormentas de amor.
Es un lugar que en noches de llanto
le enrostré gritando con rabia y dolor,
el nombre de pueblo maldito,
olvidando que si algo yo soy
me lo dio sin cobrar ese pueblo bendito.
Es un pueblo lejano donde hay amor,
es el regazo con teta de madre,
es el pan con sudor en frente de padre,
es la letra de maestros señeros
y es el consejo de viejos ya muertos.
Es el sabañón arraigado en la oreja,
y es el piche asado en el horno
en los días que faltaba el trabajo.
En las noches de invierno era cristal
dibujado en ventanas de escarcha,
era el soplar ululante del viento,
y era rastro marcado en la nieve
buscando leña para entibiar el invierno.
¿Te acuerdas papito? los días felices,
que aunque poco, pero había pan,
cuando yo aún siendo un niño,
tú, sin vergüenza, me pedías cigarros
y me decías que yo no debiera fumar,
y también me decías con ceño fruncido
no llores nunca por una mujer;
¡Y cuantas noches, por mi madre muerta,
encendiendo una vela te vi llorar!
Hoy acá varado en distancias lejanas,
muy lejos del pueblo te puedo contar:
hace tiempo, ya mucho, dejé de fumar,
hoy escribo y es posible que pueda dejar de escribir,
pero no puedo evitar, el llorar por una mujer.

sábado, noviembre 04, 2006

Vacuna para una enfermedad benigna

Vicente Herrera Márquez

Busqué en farmacias, recorrí droguerías;

pregunté a doctores, consejo a un cura pedí;
a una gitana hermosa le mostré mi mano,
trajiné los estantes de viejas yerberias,
y no encontré remedio para el mal de amor.
La verdad no es un mal, solo enfermedad,
a veces es hermosa, otras llevadera,
algunas pasajera y muchas dolorosa.
Yo la padezco desde que era un niño,
y mil recaídas como hombre sufrí.
Son éstas las que hacen buscar medicina.
Después de mucho buscar y nada encontrar,
un doctor amigo que me vino a ver,
me dijo no busques, es vano tu intento,
lo que tú necesitas no es un jarabe,
no son comprimidos y menos un parche
lo que tú precisas es una vacuna
que no deje que entre ese mal en ti,
produzca anticuerpos al sentir amor,
y te cure por siempre de esa enfermedad.
En una semana vendré por aquí
a inyectarte el suero que voy a inventar.
Pasado tres días al sabio tuve que llamar,
diciendole: amigo no prepares vacuna
¿Porqué? ¿No me digas que del mal te curaste?
Sí doctor, por ahora, me enamoré otra vez.

Tiempos del tiempo

Vicente Herrera Márquez

Perdona, entiende, amor mi impaciencia,

es que somos de tiempos distintos,
tu transitas la mañana con calma y cordura,
yo corro, queriendo ganar tiempo al tiempo.
Tu reloj, aún no marca el medio del día,
mientras que el mío ya ronda el final de la tarde.
Se que te enojas si hablo de edades distintas,
la realidad, aunque quiera, no la puedo esconder.
Y ésta apura, apremia e inquieta mis manos,
humedece mis labios y me hace vibrar.
Oigo que algo me dice que mañana ya es tarde.
Por eso como un loco te quiero besar,
quiero despertar en ti los instintos,
descubrir los montes ocultos por seda,
conquistar los valles cubiertos de encajes,
y obtener el tesoro que guardas,
dejando en ti sensación de querer otra vez.
Para que mañana, sí es que no muero esta noche,
no sea yo, sino tú, la que quiera al tiempo ganar.

Oculto y evidente

Vicente Herrera Márquez

Nuestro amor es secreto pero esta en el aire,

se esconde de miradas que no entienden nada
y de muchos que hablan y nunca han amado.
Corre las calles en horas de puertas cerradas,
vuela por las noches con disfraz de luna,
muy de madrugada recoge sueños y alas,
y transcurre el día muy bien camuflado,
escondido en las rosas que adornan la plaza.

Nuestro amor se oculta pero lo conocen todos,
el que siempre mira y lo quiere imitar,
el que habla y habla y también quiere amar.
Se muestra en salones donde hay multitudes,
vestido con sábanas blancas recorre las noches
y por las mañanas sin ganas se va a la oficina,
trabaja apurando el día timbrando papeles
o escribe cartas hermosas en el computador.

Nuestro amor es grande, para que ocultarlo,
que lo conozca el día, que lo sepan todos,
que a coro trasmitan como y cuanto amamos.
Gritémoslo en templos, calles, y en pasillos,
no más escondites, que nos vea la noche.
A toda hora mostremos realidad de amantes,
sin importar lo que digan, miren o mientan.
Lo que es real e importa, en la vida, es amarnos
y dejen que el mundo gire, y siga girando.

Ni limosna, ni migajas

Vicente Herrera Márquez

El hombre que te dedica

aquellos versos de amor,
no solamente es un cuento,
es poeta de carne y hueso,
y es poeta con sentimientos,
es un hombre que te ama,
y un hombre que te desea.
Si a ti te gustan sus letras
no lo premies con limosnas,
no anda buscando migajas.
Después de leer sus versos
acércate, que te sienta él.
Si puedes quieres y sientes,
regálale un beso ardiente,
ofrécele calor de amante,
calienten los dos la cama,
dile, sin mentir, te quiero
y dale un poco de amor.

Enciende la luz

Vicente Herrera Márquez

Derriba las puertas del claustro

y deja pasar el viento,
para que barra tinieblas que no dejan respirar.
Entra, te estoy esperando,
entra y enciende la luz.
Ven a llenar ausencias y a romper monotonías,
acompáñame a llenar la noche
con las horas del reloj.
Trae pincel y paleta, con tus colores mezclados
y ayúdame a pintar con tus ojos,
de azul esta prisión.
Toma con tus manos las mías
y diles como tocar
las cuerdas de la guitarra y los contornos de ti.
Muéstrame tus encantos para saciar los delirios,
que en las noches de encierro
permanecen en vigilia.
Cántame el abecedario para aprender de a hasta la z,
y así cantar y gritar que te quiero,
con toda mi fuerza ¡Te quiero!
Repetirlo cientos de veces y sin omitir ni una letra.
Quédate conmigo,
vibremos en dúo esta noche,
funde tu piel con la mía y no apaguemos la luz.

Cruzando la calzada

Vicente Herrera Márquez

Dime si hay compromisos que te amarren,

contratos o papeles que debas y quieras respetar,
o algún anillo de metal que te tenga prisionera.
Dime si hay alguien que acompaña tus insomnios,
ve por las mañanas tus cabellos despeinados
y toma contigo, temprano, un café en el comedor.
Dime si eres de una noche por semana en otra cama,
o buscas complacencia en lugares escondidos
en los brazos de un amante que promete
y que nunca amanece a tu lado al despertar.

No quiero ser piedra que entorpezca tu camino,
instalándome en tu vida como objeto de elección.
Ni tampoco distracción de fines de semana,
o quizá compañero ocasional de una velada.
Quiero estar contigo en todos tus eventos
y alentarte en la aventura del cruce de calzada.
Quiero en invierno calentar tus sabanas,
y en primavera renacer con el polen de tu piel.
Pero dime, si quieres que me quede o que me vaya,
me quedo si lo pides, o si no, emprendo retirada.

Conjugando verbos regulares

Vicente Herrera Márquez

Hace horas que trato y no concreto,

mi copa ya tres veces se ha vaciado.
Las letras del teclado me hacen guiños,
mis dedos impacientes esperan una orden.
La pantalla extiende, blanca, una sábana virgen,
la que espera sedienta, como hembra impaciente,
la llene de besos transformados en palabras.
Se muy bien los verbos que quiero conjugar,
el tiempo es hoy, por lo tanto es muy presente;
personas: tu y yo, segunda y primera, singular;
y el modo es mi forma simple de expresarme.
Pero el torrente que se agolpa en mi garganta,
que mis labios cual represa no pueden contener,
es tal que no puedo reunir sustantivos y adjetivos
para lograr formar ni siquiera una oración.
Es tanto lo que tengo y que quiero yo decir
que no atino a que palabra darle prioridad.
No quiero decir simplemente que te amo,
ni tampoco pronunciar el repetido: yo te quiero,
quiero escribir el más bello compendio del amor,
quiero cantar tu belleza, quiero contar su ternura,
y en libros con páginas repletas de poemas
derramar por todos los rincones, sentimientos.
Se que muchos dirán que escribo tonterías,
yo les pregunto: ¿es tontería escribirle al amor?
Y si es de iluso y tonto el estar enamorado,
me confieso el tonto más grande de este mundo.
Pero si, con certeza y vergüenza les puedo contar,
que nunca en mi vida que suma éstos y muchos más,
tantas palabras brotaron de mi pecho y mi garganta
haciendo tan difícil conjugar el verbo amar.

Clases de literatura

Vicente Herrera Márquez

Maestro quiero escribir

y no se como un verso crear.
Quiero decirle a alguien que lo amo,
por ello le pido me enseñe a trazar un poema.

Empieza con una palabra,
escribe otra y tendrás una frase,
con un verbo dale acción o emoción.
¿Y viste que es fácil? ya has escrito un verso.

Escribe otro verso igual,
trata de unirlos y darles sentido,
punto y coma, coma, punto y acento.
¿Te das cuenta? has logrado un poema crear.

Me doy cuenta maestro
que un verso yo puedo escribir,
y también un poema lo puedo lograr.
Y ahora dígame usted ¿Cómo hacer poesía?

Agrega un poco de amor,
también sentimiento y pasión…
Gracias maestro, ya estoy aprendiendo…
Ahora se lo que es poesía… a quien amo es a usted.

Algún día...

Vicente Herrera Márquez

Algún día... me miraré en tus ojos,

sentiré en mis manos deslizar tu piel,
andaré tu pecho de colinas suaves,
probaré la fruta y la exquisita miel.

Algún día... en tu oído seré susurro,
también abrazo tibio en la tarde fría,
te llevaré el café caliente por la mañana
y seré tu compañero en el viaje diario.

Algún día... seré tu brisa de primavera,
en el estío seré la sombra fresca en el sol,
en otoño de hojas te haré una alfombra
y en invierno seré los leños que den calor.

Algún día... podaré las espinas de tu rosal,
temprano regaré el huerto, barreré el jardín,
de noche cerraré puertas y apagaré la luz,
luego, tranquilo, contigo me iré a dormir.

Algún día... mi cabello cano tu peinaras,
mi barba hirsuta tus dedos la enredaran,
cerrarás la ventanilla de mi morada
y de paseo al cementerio me llevaras.

Algún día...

jueves, septiembre 28, 2006

Viento que avientas vientos

Vicente Herrera Márquez

Viento que elevas cometas,

detente y enséñame a volar,
quiero viajar por el mundo
a conocer los caminos,
que mi amada transitó.

Viento que silbas arpegios,
quiero aprender a cantar,
darle notas a mi garganta,
para entonar melodías,
que le gusten a mi amor.

Viento que mueves molinos,
hazme girar como ellos
y mientras giro en el vals
espero que me busque,
para conmigo bailar.

Viento que ruges con furia,
en tus momentos de calma
quiero una brisa yo ser,
para mecer los cabellos
de mi adorada mujer.

Viento que avientas vientos,
aviéntame un ventarrón,
para ventear las ventiscas
que dejó la ventolera
de una brisa que pasó.

miércoles, septiembre 27, 2006

Zamba de sur y viento

Vicente Herrera Márquez

En las rendijas de la luz
se camufla la oscuridad,
y en estepas y mesetas
el viento canta al amor.
Torrente de luz tu mirada,
arrullo y trueno tu voz

.
Temprano muere el verano
las aves con rumbo al norte,
se enfría la pasión de enero
la calandria calla el trinar.
Calor derramaron tus ojos,
tu palabra canción de amor.

Con la nieve del invierno
se marchita la esperanza,
con el granizo y la escarcha
se congela tu mirada.
Y en los recodos del viento,
se va apagando tu voz.

Yo escribo mi destino

Vicente Herrera Márquez

Soslaya el punto final,
afánate en llenar el espacio,
que se extiende en el camino
y no le des tiempos al tiempo
que al final es uno solo.
Cuando nacemos es hoy,
cuando soñamos ahora,
cuando vivimos presente
y cuando morimos es hoy.
Recuerda que cuando muramos
más de alguien exclamará:
Hoy murió fulano de tal.

A la muerte le doy la espalda,
pues, si la miro de frente
es seguro, me va a ganar.
Quiero llegar donde ella
y no que me venga a buscar.
Aunque camine derecho,
prefiero dar vueltas y vueltas
o caminar en zigzag;
que no me espere y se olvide
hasta que yo decida llegar.
Imposible es perder el rumbo
si uno solo es el terminal,
que esta al final del camino

y nadie lo va a cambiar.
Formas hay de alejarlo:
Una es ir buscando desvíos,
¡Cuidado! Pueden ser largos
o ser engañosos atajos
para llegar mas luego al final.
Perder el rumbo es opción,
pero la vida es redonda
y el norte esta en todo lugar.
Si ponemos lento el andar
ten plena seguridad,
ella vendrá, y el tranco te hará apurar.
Aunque tarde o temprano muramos,
es mejor no esperar el día,
ni andar poniendo trampas corriendo
para engañar al destino.
Tampoco dar dos pasos al frente
para ir borrando uno atrás.
Los caminos pueden ser muchos,
pero el destino uno solo,
muchos dirán que esta escrito,
pero prefiero pensar,
que con mi pluma y cuaderno
el mío lo escribo yo.

Vengan a verme

Vicente Herrera Márquez

Jóvenes soñadores que quieran venir,
mañana o el lunes los voy a esperar.
No busquen ideas con falsos halagos.
Traigan ideas, me interesa aprender.
No pidan consejos, pues yo no los doy,
no soy sabio, ni santo y nunca seré.
Es cierto soy viejo, pero nada más.

Los hijos, las hijas si el tiempo permite,
y del tráfago diario pueden escapar,
de treinta por doce, vengan un día.
Caminando o con ruedas crucen las calles,
no pulsen el timbre, la puerta esta abierta.
Si es día del viejo traigan a los niños,
siempre que quieran con el tata estar.

Y los amigos y compañeros de ayer,
si pueden, y quieren, me vienen a ver.
No importa si traen, no traen, que traen,
vengan con recuerdos y ganas de hablar.
El que pueda un poco de queso o jamón,
en mi mesa siempre van a encontrar
una jarra con vino y un trozo de pan.

Perfume de ciudad

Vicente Herrera Márquez

Abro mi ventana, falta un cuarto a las dos de la mañana.
Me acarician los vapores, tibios, que suben del asfalto.
Son vapores de la lluvia que ha caído por dos días,
que al mezclarse con sudores y el humo de camiones,
mas olores de comidas y el aroma a orina de rincones,
impregna el aire de las calles con perfume de ciudad.

Se escucha una gata que pregona su agosto adelantado,
llamando insistente al peludo vagabundo de tejados.
Más allá llenan el silencio los quejidos liberados
y suspiros cadenciosos de una hembra complacida.
Un vagabundo explica el mundo, a un semáforo apagado,
y un borracho llora alcohol en los brazos de un farol.

Cuando cierro la ventana, justo a las dos de la mañana,
corro las cortinas y me escondo en mi reducto sin olor.
Enciendo la pantalla que en colores muestra el mundo,
veo lo mismo que en la calle, tal vez con más color.
Veo al vagabundo y el semáforo, al borracho y el farol.
Pero no es lo mismo, pues carece del perfume de ciudad.

Giros en espiral

Vicente Herrera Márquez

Simiente, semilla, origen,

abre tu claustro y rasga corazas,
germina en capullo y explota en flor,
bebe del cántaro agua y brinda tu piel al sol.

Ser, embrión, descendencia,
rompe la cáscara y alza el vuelo,
irrumpe con bríos desafiando a la vida,
nutre tu espíritu y cuerpo con rebelde savia.

Fruto, alimento, conciencia,
genera sistemas y crea estructuras,
crece y madura escribiendo en códigos,
establece orden y dale espacios al mal y al bien.

Conocimiento, valor, razón,
ya todo es viejo y viene lo nuevo,
si aprendiste no sirve ya todo es caduco,
ahora descansa y según lo ganado espera el final.

Simiente, semilla, origen,
abre tu claustro y rasga corazas,
germina en capullo y explota en flor,
bebe del cántaro agua y brinda tu piel al sol.
…………………………
Semilla, fruto y semilla,
abre, irrumpe, crece y muere,
así comienza y termina otro giro,
así, otra vuelta y otra, en la ronda sideral.

Quiero esto, eso y aquello

Vicente Herrera Márquez

Quiero dibujarte en la luz de mis ojos.
Quiero ser imagen en los tuyos también.
Quiero entonarte canción en mis labios.
Quiero ser sonido en los tuyos también.
Quiero ser olor de hombre en tu cuarto.
Quiero en mis sábanas oler tu fragancia.
Quiero sentirte en mi cuerpo, caricias.
Quiero que mis manos esculpan el tuyo.
Quiero sentirte en mis labios ardiente.
Quiero me sientas que quemo los tuyos.
Quiero mi sueño soñar en tu sueño.
Quiero tus sueños en mi inquieto dormir.
Quiero tus manos sentir en mi cara.
Quiero las mías, ávidas, recorriendo tu piel.
Quiero tus brazos muy fuerte apretando.
Quiero que los míos te abracen desnuda.
Quiero que tu cuerpo se funda en el mío.
Quiero que el mío te muestre que es tuyo.
Quiero me quieras y me sientas muy dentro.
Quiero quererte, sentir y sentirte sintiendo.
Quiero que tu tiempo lo llenes conmigo.
Quiero que mis horas se colmen contigo.
Quiero cuando mueras guardarte en mi mente.
Quisiera que al morir nunca te olvides de mí.

Olvidado en el olvido

Vicente Herrera Márquez

Temprano me contó el viento,
que de tu libro arrancaste
las hojas que aquel verano,
en noches de amor escondidas,
con pasión te ayudé a escribir.
Me dijo que has desterrado
de una plumada el pasado,
que de tu piel has lavado
los rastros de mis caricias,
y de tus ojos velado
la imagen de nuestro amor.
Que soplos de vientos prestados
apagaron el fuego de mis besos.
Que con silencio has callado
el decir de tus promesas.
Que letra a letra has borrado
aquella, mi frase sincera,
la que siempre me pedías dijera
y mi voz sin parar repetía:
¡Escucha mujer, yo te quiero!

Entendí el mensaje en el viento,
que ya no estoy en tu pensamiento,
y me has dejado, en el olvido olvidado.

Presente y pasado presente

Vicente Herrera Márquez

Aquí vengo remontando, cansado, el camino,
arrastrando, del destino, la carga y los años.
Llevando también la resaca en la espalda
y un atado apretado de sueños tronchados.
Estuve en la cima y la sima y hoy vuelvo,
esperando poder llegar desandando el sendero.

Hoy vuelvo escribiendo y regando mis versos,
que son míos y es todo lo que puedo dejar,
por los mismos senderos que una vez transité
cargado de metas y sueños que nunca logré.
En la vida aprendí a jugar y ganar con palabras,
también aprendí a mentir y a perder con discursos.
Transité por los modos y tiempos del verbo,
en presente y futuro, olvidando el pasado.
Hoy vuelvo viviendo y gozando el presente,
me olvidé del incierto e iracundo futuro.
En tiempos de hoy voy transitando tranquilo,
y escribiendo vivencias de los días de ayer.

La noche, cuna y mortaja

Vicente Herrera Márquez

La noche puede ser bella,
como también puede ser cruel.
Una ventana placer de una novia
y una puerta calvario y dolor.
Es esquina que vende sexo
y es dinero que compra amor.
Es romance de conventillo
y es lujuria con frigobar.
Es nido que incuba odio
y es fértil germen de amor.
Es cóctel de contubernios
y también panfleto de libertad.
Puede ser breve como suspiro
o tan extensa como tortura.
Por la noche se incuba la ira.
Con vino es musa del escritor.
De noche se gesta la muerte
en las sombras de un zaguán.
Por otro lado renace la vida
en una sala blanca con flores
o en un pasillo de hospital.
En horas es cuna de alba,
y otras mortaja de atardecer.
Noche, insomnio, pena y dolor.
Soledad, lujuria, copa y licor.
Esperanza, vida, deseo y amor.
Una novela anuncia el final
y otra historia esta por nacer.

Letra olvidada

Vicente Herrera Márquez

Tu piel fue fuego en mis labios.
Tu boca jugosa apago mi sed.
Tu pecho fue forma en mis manos.
Cintura y caderas camino sinuoso,
visión que incitaba llegar al placer.

Tu juventud lozana de enero,
disipó cúmulos grises de abril.
El pensamiento enredó los sentidos.
Mi deseo y el tuyo opacaron discursos,
aprendidos en clases de amor y moral.

Pero el tiempo que fue pasión,
si bien se escribió en la historia,
tras inviernos que apagan fuegos
sin quererlo, de a poco se fue borrando
y hoy es tan solo, una olvidada canción.

Estampa patagónica

Vicente Herrera Márquez

Vestido con piel de tehuelche,
el guanaco en lo alto del cerro
vigilante escudriña la inmensidad.
Un aguilucho, como saeta, cae en picada,
de nada sirve, el tucu-tucu ya se escondió.
Un ñandú macho en cortejo bate sus alas,
sacudiendo el viento con sus plumeros.
Una piche cava en tierra, su guarida para parir.
Una bandada de corraleras aletea sobre el arreo,
que ovejeros y perros van empujando,
para ganar en carrera hasta la estación
a la nube de polvo que va detrás.
Flecha de avutardas vuela hacia el norte,
un remolino, cono invertido, dibuja el cielo.

Cientos de aves, enormes, de cobre y fierro,
balancean su cuerpo, como los chorlos para comer.
Gusanos fríos, sin cuero, sin pelos ni plumas,
con dientes de diamante, ávidos de profundidad
desde torres trepanan, del indio, la historia,
buscando, de la roca, en el fondo viscosidad,
que para el hombre es la energía para vivir.
En cambio el guanaco, el ñandú, la mara,
el espino, el molle y la mata negra;
el zorro, el piche, el tucu-tucu y la bandurria;
el coirón, el algarrobo y el calafate;
el aguilucho, el carancho, las avutardas y la perdiz;
el tero, el chorlo, las corraleras y los pichones,
no necesitan de la tierra su sangre negra y espesa,

solamente de Patagonia pueden vivir.

El aroma del aromo

Vicente Herrera Márquez

El aroma del aromo me trae olores guardados,
perfumes de primaveras y amores de juventud,
mezclados con verde hierba y flores multicolores,
maceradas en ardiente sudor de una piel caliente;
que hoy en la distancia mis manos palpan y sienten.
Distancias de muchos años, alargadas con vivencias,
que van relegando a rincones recuerdos del pasado,
pero que reviven cada año cuando florece el aromo.

La calle donde hoy vivo esta bordeada de aromos.
Cuando camino por ella te siento a mi lado pequeña,
siento que mis manos con fuerza aprietan las tuyas.
Mi mirada se funde en tus ojos para revivir el paisaje,
que tengo muy guardado en los archivos del tiempo.
Cuando huelo aquel aroma vuelvo a la plaza de antaño,
y cuando cierro los ojos, siento en mi boca tus labios.
Por eso me gusta mi calle cuando florece el aromo.


Espero vivir cien años y siempre en la misma calle,
aunque tenga que transitarla con ruedas y con ayuda.
Esperare pasen agostos con ansias de adolescente,
sabiendo que al recorrerla, tu presencia yo sentiré.
Tus manos, tus ojos, tu boca, tu aroma serán recuerdos,
recuerdos de juventud, que siempre estarán latentes,
guardados y atesorados como bellos sueños dormidos
que reviven cada año, cuando florece el aromo.

Duele el silencio

Vicente Herrera Márquez

Toco a tu puerta, esperando que se abra,
espero verte, la puerta esta cerrada.
Pregunto al viento, mi cómplice de cuitas,
no me responde, también sopla en sordina.
Espero una palabra, tu boca esta callada.
Espero un guiño, una mueca, una mirada,
mis ojos escudriñan, de ti no encuentran nada.
Duele el silencio, tu silencio duele.

Daña aquí dentro tu cruel indiferencia.
Hiere tu distancia y tu falta de presencia.
Más hieren tus ausencias de respuestas.
Tortura el silencio de tu risa y tus enojos,
también del susurro, que mi nombre deletrea.
Lacera los oídos la falta de oraciones,
y lastima la carencia de un saludo o despedida.
Duele el silencio, tu silencio duele

No es solo el silencio de sonidos conocidos.
Es la ausencia de decires por pluma dibujados.
Es la retirada de ademanes expresivos.
Son huidas de posibles encuentros de miradas.
Amiga, levanta las barreras del castigo,
perdona mis acciones y palabras ofensivas.
Porque duele el silencio, tu silencio duele.
Duele en el sueño, la vigilia, la piel y la razón.

El viento, la nieve y las heladas del invierno,
ahogan los sonidos y escarchan las palabras.
Aquellas hilvanadas en febrero del verano,
y que estiraron el calor hasta mayo del otoño,
palabras que callaron en el apogeo del solsticio.
Ay amor, si supieras como duele tu silencio,
quizás cantarías con fuerza, contra el viento,
y gritando romperías, del hielo, los cristales.

martes, septiembre 26, 2006

Arriero de viento austral

Vicente Herrera Márquez

Retando la cerrazón que opaca la luz del sol,
rasgando polvaredas que hieren la piel curtida,
con la distancia adelante y los recuerdos atrás,
el arriero de viento austral se bebe los vendavales,
cruzando pampas de espinos y coironales.
Empuja rebaños de sueños truncos y de animales,
siempre buscando el norte en la cruz del sur.
Avanza jornadas de leguas en pampa incierta
y entre las pilchas, el pilchero carga su propia cruz.
Por cada nombre, a cada uno llama a sus perros,
sus confidentes, sus compañeros y amigos fieles.
Sus ayudantes que apuran y quizás no piensan,
no añoran el principio ni van esperando el final,
ellos arrean las ovejas y el jinete se ocupa en pensar.

Recuerda ojos oscuros, sonrisa blanca en piel morena,
risa inocente, labios ardientes color rubí
y un pelo negro que sus dedos enredan,
torpemente urdiendo australes sueños de amor…
Piensa en los gavilanes que acechan en las ausencias
rondando el rancho donde esta sola su compañera
y piensa que tras un requiebro puede partir.
Largo se hace el camino, siempre el destino esta lejos.
Larga se hace la espera, entre mates y pensamientos.
Ella piensa que al final del arreo, cansado de tanta pampa,
después de haberse bebido el polvo y su sequedad,
en otro rancho, con otro mate, el hombre sacia la sed
y en otros ojos y en otras trenzas, se esta enredando
el centauro de tantas leguas, el arriero de viento austral

Amantes de luna en menguante

Vicente Herrera Márquez

Fuimos postreros estertores de finales de un verano.
Estertores de dos cuerpos que vagaban solitarios,
dibujando soledades en las arenas de Ipanema.
Solo fuimos amantes del menguante de una luna,
ni tu nombre ni mi nombre se grabaron en recuerdos.
Fue nuestro propio carnaval sin guirnaldas ni caretas,
labios conjugados, brazos apretados, muslos distendidos,
en noches calientes con ritmo de samba y bossa-nova,
que duro tanto como mengua o crece la cara de la luna
o tan poco como dura la vibrante pasión del carnaval.
Fuimos corso, fui Rey Momo y tú fuiste la comparsa
de contornos tentadores cubiertos con tu piel anochecida.
Fui tu amante anónimo, vagabundo de otras tierras,
que con el frenético y cimbreante ondular de tus caderas,
olvide la soledad que cargaba como parte de equipaje.
Después de tres noches con sus días de atlánticas caricias,
retozando complacidos en lecho con sabanas de arena,
muy de amanecida, no se si fue un llamado o fue locura;
desnuda corriste hacia la luz que en el este se insinuaba
y sin detenerte te fuiste perdiendo entre olas encrespadas,
hasta alcanzar la luz y fundirte con el sol en un abrazo.
Solo otra vez en la orilla, en arena mojada dibujando,
Pensando, acongojado, que no supe llenar tu soledad
en ese corto y loco carnaval de la playa de Ipanema.

lunes, julio 31, 2006

Andando el camino

Vicente Herrera Márquez

Andando, caminando caminos
trazados, de todos visibles
o huellas escondidas muy mías.
Andando cantando canciones,
que suenan en miles de bocas
o los versos que escribo por ti.
Andando viviendo vivencias,
de futuro incierto de un mundo real
o mi presente, de un amor irreal
Andando soñando quimeras,
amando inconsciente a un ser ideal
o nutriendo a mi ego mezquino.
Andando gritando consignas,
repetidas que fácil atraen adeptos
o proclamas que rompen esquemas.
Andando escribiendo tratados,
explicando la razón del ser
o sin pudor mintiendo verdades.
Andando palpando con piel,
de la envidia con saña, mordiscos
o caricias de manos sinceras.
Andando sintiendo presiones,
que me impulsan en loca carrera
o me aplastan sin tener piedad.
Andando corriendo este mundo,
buscando experiencia en senderos
o esperando una meta alcanzar,
andando y andando... se me fue la vida.

domingo, julio 30, 2006

Cartardía

Vicente Herrera Márquez

Espero impaciente tu carta,
esa que rescribes con calma,
y además rebuscadas palabras
en los cien resquicios del día,
y mil otras, quizás hirientes,
en los pliegues de la noche.

Ya no estoy ni durmiendo,
cada noche es larga agonía,
que tan solo espera otro día.
Te ruego que envíes esa carta,
no esperes que hoy sea ayer
o que haya pasado mañana.

Puede que me equivoque
y lo que escribes tan lento,
sin pensar que yo me muero,
no sean rencor o reproches,
y tan solo te des el tiempo
para tenerme impaciente.

Mañana tarde, muy tarde,
el cartero encontró mi casa,
trajo un sobre con mi nombre.
No pude saber que escribiste,
momentos antes que llegara,
morí esperando esa carta.

martes, julio 11, 2006

¿Será el invierno?

Vicente Herrera Márquez

La luz esta más difusa,
hay grises en los paisajes.
Veo contornos mimetizados
y solo figuras que juegan
a esconderse de mis retinas.

No hay perfume en el aire,
las flores están marchitas.
Se fue el olor de azucenas
y el aroma de las lavandas
se pierde en la inmensidad.

No siento el gusto del vino;
la miel hoy no sabe a néctar;
ácido es el mate amargo;
salobre el agua del pozo
y amargo el sabor del pan

No oigo el piar de pichones,
ni el paso del viento ulular.
Esta silente el canto del gallo.
No se escucha ningún grillo,
tampoco campanas al despertar.

Mis manos están heladas.
Los dedos torpes no sienten
ni siquiera frio o calor,
ni palpan por mas que buscan
la suavidad de tu piel.

Siento pesado el camino,
me cuesta mucho avanzar.
Los hitos se ven distantes,
las referencias se esconden
y no las puedo encontrar.

¿Qué me estará pasando?
¿Será una jugada del destino?
¿Será el cansancio de la jornada?
¿Será que se acaba el camino?
¿O acaso, será el invierno?

Adios Patagonia

Vicente Herrera Márquez

Quería con ansias volver,
para cambiar los durmientes
a la vieja vía del tren.
Para barrer nieve y años
de la tumba de mis padres.
Para recordar los maestros
Que me dieron las palabras.
Para soplar los molinos
con mas fuerza que el kóshkil.
Para comer las grosellas
del huerto de los Leuquén.
Y para tapizar con flores
el jardín de una mujer.

Patagonia, tierra añorada,
quise volver a abrazarte,
pensando que me querías.
De tus brazos me fui imberbe
sin disfrutar tu amor,
creí que querrías ser mía,
por eso busqué venir.
Ilusa vanidad, me equivoqué.
Y aquí estoy solo sin rumbo
en un cruce de la pampa,
ignorado hasta por la brisa
que fue compinche de antaño,
la que llevaba mis cartas
por el hilo del volantín.
Aquí estoy a merced del viento,
igual que el pasto del campo,
con una gran diferencia,
el coirón esta firme, arraigado,
yo soy una brizna en el aire,
que nunca ha echado raíz.

Vine, estuve, te vi y me voy,
en ti ya no quiero morir.
Adiós Patagonia, adiós.

Rieles

Vicente Herrera Márquez

Amigos de antaño, pequeños ilusos,
en mi viaje los revivo y los recuerdo.
Bandada de purretes, hermanos del viento,
entre flores de cardo y espinas de calafate.
Trepando fardos de lana, soñando horizontes,
jugando en los patios de la estación.
Recuerdo que un día con calor de enero,
ayudando a ovejeros a embarcar animales,
nacieron las ansias de querer viajar.
Con cien remolinos de polvo en el aire,
agitando un pañuelo y un beso a María,
como las ovejas, en tren, me fui por los rieles,
a beber distancias y andar esperanzas,
a sembrar letras e hilar palabras,
para que los años las pongan en versos.
Los tiempos pasaron, los trenes se fueron.
Transpiré caminos, derramé semillas.
La herrumbre implacable corroyó el acero.
Caminé las sendas que anduvo Neruda.
La nieve y la escarcha degradaron durmientes.
Coseché amor y amistad, prolongué mi apellido.
Pagué con cariño, amargura y olvido también...

Andenes y estaciones se los llevó el viento.
Extinguí mi fuego con cuerpos candentes.
La sierpe de acero agoniza en las pampas.

Amigos de antaño, románticos viejos,
de cerviz doblada desafiando al viento.
Después de beber el zumo de todas las vides
y libar el néctar de muchas Marías
busco en la maraña de rutas del mundo
la vía de hierro que, al pago, me lleve otra vez..
Con mi valija repleta de puros poemas, y
las manos abiertas, gastadas, vacías,
por la misma senda brillante de acero,
un día, cualquiera, a Las Heras quisiera volver.
Y con calor de enero o lluvia de abril,
en un andén remozado, abrazar a René,
a Vicente, al Caco, a la Lyla, y al turco Chaín.
También en un patio de la vieja estación,
festejar con asado al palo y vino en porrón.
Y que estén con nosotros los niños de hoy,
agitando pañuelos, saludando la vuelta del tren.

Las palabras escritas por mi pluma...

Vicente Herrera Márquez

Las palabras escritas por mi pluma por momentos son lamentos;
en ocasiones -trazan oraciones hirientes pero nunca de rencor;
muchas -veces -expresan -con dolor o alegría, -sentimientos;
otras -tantas -gritan -por -las -calles, reclamando libertad;
recrean -las -nostalgias, -también -siembran esperanzas.
Le -rinden -tributo -al -sabio y al que quiere saber más.
A lo perfecto e imperfecto, los dos son complementos.
Le -cantan a -la noche, -a la luna, al día y al viento;
a -la -calma, a -la tormenta, -al rayo y a la lluvia,
a -la -nieve, -a -la -tierra, a los pájaros y al sol;
a -lo hermoso y -a lo feo, en todo hay poesía.
A los que nacieron dentro -de estas tierras,
a -los -que llegaron -de lejos por el mar;
al hombre -que -sueña -y que trabaja;
al obrero, -al -minero, al campesino,
al -maestro, al -poeta y al cantor;
al viejo, -al -joven y a los niños;
a las mujeres que son madres,
a -las -mujeres -hermosas;
a las -dulces -amantes;
a -la blanca -muerte,
a -la -negra -vida,
a -los -sentidos
y -al -amor.
Al -amor,
Amor.

Gracias ondina del viento

Vicente Herrera Márquez

Gracias ondina del viento,
gracias por darme de tu tiempo un momento.
Gracias por ser en distancia
mis cinco sentidos y mostrarme la estepa silente,
que se viste de novia con tules de nieve.
Gracias por traer a mis ojos el paisaje presente,
que se mece en balancines de acero.
Gracias por recordarme el silbido cansino del viento
y su bronca cuando se enoja también.
Gracias por mostrarme las calles de antaño,
luciendo modernas carpetas de asfalto.
Gracias por llevarme a los campos
cubiertos de dura gramínea y por cerros
que marcaron tres sueños míos de ayer.
Gracias por cobijarme en tu alero,
darme una jarra de agua y animar mi cansancio,
en los descansos del viaje virtual.
Te agradezco lo inmenso del tiempo pequeño,
que en días de otoño, desde lejos, te vine a quitar.
Gracias por mostrarme lugares que siempre soñé,
pero nunca pensé, algún día, volver a encontrar
Gracias amiga por haber sido la guía y los pasos,
que me encaminaron por calles de hoy, en este, mi viaje
al polvo, la nieve y al viento que nunca más podré repetir
Gracias... gracias amiga y... adiós.

Mensaje al viento Kóshkil

Vicente Herrera Márquez

Soy la pequeña y susurrante brisa, que a las veletas no las inquieta;
soy del valle o la montaña, según de donde venga, depende donde vaya.
Soy la ráfaga mensajera de los vientos, que la rosa recorre sin cesar;
la que viaja por Cáncer, Capricornio, también Meridiano y Ecuador.
Soy la portante de mensajes, de los vientos que arrasan o acarician;
de los cálidos y ululantes y también de aquellos fríos y bramantes.
Soy confidente de los suaves y húmedos Céfiros y Auras por igual;
también del Monzón con el Siroco, además del Cierzo y el Mistral.
Conozco y soy aliada del Pampero y los Alisios, Tramontana y el Simún.
Saben de mí las tormentas boreales, las australes tempestades y
los vientos borrascosos, horadantes de roca en el norte y en el sur,
que con cinceles de hielo, acantilan costas y fiordos en muro colosal.

Viniendo del norte y del oeste, escalando montañas y trepando volcanes,
señor de llanuras y mesetas: Kóshkil, viejo, fiero y grande ogro patagón,
hoy paso a saludarte y darte un mensaje que en mis ondas traigo para ti.
Sabiendo de mí paso por tus tierras en demanda del Antártico glacial,
desde Arauco, allende el colosal Ande, el Puelche tu hermano viento,
que baja de la montaña y azota al pueblo mapuche en su camino al mar;
ayer, tarde de julio, con sol de invierno, muy airado, de un soplo lo redactó.
Llevadlo dijo: lo más pronto, por las corrientes, que sepa el viento del sur :
Hoy en mis tierras, con canas añosas, se encontraron dos hermanos.
Había distancias que no las andaban, caminos que no transitaban.
Pero si se acordaban de un viento fuerte, que hace una vida, los separó.
Y ese viento, vientos del mundo, quiero que sepan que fue el Kóshkil.

No estaban tan lejos, sabían de ellos, a un tercio de día, no más que eso.
Distancia de años, voces silentes, encuentros truncos, cariño inerte.
Quizás fue el viento, que hace ya tiempo, por dos caminos los arrojó.
No hubo lágrimas, ningún lamento, ningún reproche, ningún tormento.
Los dos pensaron que fue aquel viento que el carácter duro les modelo,
Recordaron, que de muy niños, el regazo materno el viento se los quitó.
Mas adelante al pobre padre, también con saña, un día de otoño, se lo llevó.
Ese maldito viento que a dos retoños, por patagonia, solos, echó a volar.
No te preocupes, viejo perverso, no te maldicen ellos, lo hago yo.
Yo soy tu hermano y tengo derechos, pues, hijos de Eolo somos los dos,
y todos los vientos, muy bien sabemos, por esta brisa que comunica,
que tú no quieres a los que llegan, ansiosos, de echar raíces en tu región.

Pero no importa viento Kóshkil, ellos no te maldicen, ni te reprochan.
Quizás te añoran y talvez quisieran sentir en su cara tu ventarrón.
Mas te agradecen que hayas curtido su cuero, cual del piche, caparazón;
que con tu soplo, modelaras facciones, escultor soberbio de vibrante voz;
y en carrera, cual maras, por las llanuras, a sus pies les dieras celeridad.
Que con tu frió cortante convirtieras sus manos en herramientas de modelar.
Te agradecen que a sus ojos los dotaras para ver de cerca y en lontananza;
que a sus oídos dieras, aunque en trueno resonaras, silencio para escuchar;
y a sus cuerdas vocales y gargantas brioso caudal de voz que derramar.
Que abrieras sus pensamientos a todas las posturas, ideas y creencias;
enseñaras a sus mentes, a idealizar quimeras y también vivir la realidad;
y que dieras a sus pechos capacidad y resonancia, para gritar libertad.


Se acordaron, entre risas, de las boinas y pelotas que hacías tu rodar;
y aquel barrilete hermoso, de mil colores, que les quitaste una navidad.
Recordaron el calafate, la mata negra, amarilla, la corralera y el avestruz.
Con cariño, la gente buena, que en los momentos de mas penuria, los cobijó.
Nombraron a las maestras, todos los nombres, Julia del Carmen sobresalió.
Añoraron los fríos inviernos, la nieve, también la escarcha y la cerrazón;
en el día corriendo por cañadones y en la noche rascando los sabañones.
También se acordaron del mate amargo, el puchero, la polenta y el pororó;
noches heladas, calentadas con brasas de leña y alumbradas por un candil.
Con nostalgia, se acordaron de aquel pan dulce y la sidra por navidad;
y el Día de Reyes que celebraban, con juguetes, que a todos los niños pobres
Evita, todos los años, les regalaba y en tren llegaban al correo o la estación.

Por eso soberbio viento del sur, todos los vientos del mundo te lo pedimos:
Mueve veletas, gira molinos, silba entre ramas de molles y espinos
eleva cometas, arrea guanacos, reseca las pampas, arrasa mesetas.
Destruye estructuras caducas y añejas, derrumba los muros de la arrogancia;
con suavidad mece las cunas y con violencia remece inconciencias.
No derribes al débil, respeta a los niños y techos que cobijan pobreza.
Mas nunca, te pido, hermano querido, dividas caminos, separes hermanos
Para que siempre, nadie, te diga maldito y todos te nombren: viento bendito.
Y aquí termina el mensaje que el Puelche, enojado, me pidió traer.
Si tú quieres por aquí vuelvo y respuesta a tu viento hermano, puedo llevar,
si no sigo por las corrientes, llevando y trayendo mensajes a todos los vientos;
de norte a sur, del oeste al este; siendo, para ellos, el heraldo de todo avatar.