sábado, agosto 28, 2010

Ven, caminemos juntos


Vicente Herrera Márquez

En un cruce de palabras desconfiadas y caminos sin destino,
tus labios y mis labios quedaron sedientos de los tuyos y los míos.
Tus manos y mis manos quedaron vacías de tus contornos y los míos.
Tu mirada y mi mirada ciegas quedaron sin el reflejo de tu imagen y la mía.
Tu libro y mi libro de memorias quedaron con páginas de versos inconclusos.
Por eso hoy vengo mordiendo las palabras dichas que me tocan y te digo:

Ven, te invito.
A transitar por el camino que olvidamos recorrer,
a completar las horas del tiempo que dejamos de vivir,
a escribir los versos que le faltan a nuestro poemario,
a encender fogatas para que iluminen nuestra playa apagada,
y a dibujar las corcheas en el pentagrama de la sinfonía inconclusa.

Ven, te invito.
a que seas mi compañera por el resto del viaje,
a juntar las manos con fuerza para cruzar el valle del temor,
a conversar nuestros temas con las palabras calladas,
a dibujar trenes y corazones con los pinceles olvidados,
y a marcarle los minutos y segundos al reloj que queda por correr

Ven, te invito.
A que busquemos los deseos escondidos en los rincones de las pausas,
a embriagarnos con el sumo espirituoso destilado del sudor de nuestra piel,
a que demos calor a las sabanas ateridas por el frío de la ausencia,
a buscar en los recovecos del alma los motivos que aplacaron los deseos,
y a encontrar los te quiero escondidos en las cartas con escritura disfrazada.

Ven, te invito.
A que juntos enfrentemos los vaivenes de la vida en presente y por venir,
a quemar la leña que habíamos juntado para calentar los inviernos que no fueron,
a beber el vino tinto de deseos que guardamos en la cava de las esperanzas,
a vivir la abundancia, la realidad y la carencia que tengamos que enfrentar,
y a vencer escollos, piedras del sendero y dardos de miradas solapadas.

Ven, te invito.
A que juntemos nuestros labios en un beso que mitigue la sed acumulada,
a que nuestras manos vuelvan a sentir la caricia y el calor de nuestras manos,
a que nuestras miradas sigan siendo reflejos de vida en la noche y en el día,
a completar los capítulos en blanco y seguir escribiendo el libro de la historia,
y a continuar el camino que interrumpimos en un cruce sin sentido de la vida.

Ven, ven, te invito, caminemos juntos.

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