domingo, noviembre 13, 2005

Regreso

Vicente Herrera Márquez

¡Pueblo!

¡OH pueblo perdido en mis entrañas!
hoy quiero revivirte en mi memoria.
Quiero extraerte del lastre de los tiempos
y acercarte a mi crepúsculo otoñal.
Quiero recrear tus calles soñolientas,
ver los álamos encorvados por el viento;
escuchar el tañido del bronce campanil
y la risa inocente, alegre y cristalina,
de Rebeca y Matilde jugando con Beatriz.
Quiero enmarcar con huellas de los años
todos los rostros, hermosos, de mi gente;
los viejos que aun transitan sus veredas
y también los de aquellos que no están.
También quiero atrapar en mis recuerdos
lo momentos tristes y alegres, de niñez,
y de púber inocente, mi platónico, primer amor.
Se que mi pueblo, y su nombre allí estan;
crece, vive y late a la vera del camino.
Y aunque no eres mi pueblo, mi querido pueblo,
el de calles pedregosas, que de niño recorrí;
pido que escuches, un momento, a este hombre:
marinero, poeta, vagabundo y soñador;
que con voz gastada en inútiles discursos;
sienes escarchadas por todos los inviernos;
los pies cansados, hinchados de caminos;
espalda doblada por el peso del libro de los años;
con sus ojos, marchitos, ahítos de paisajes;
el espíritu abatido, colmado de truncas esperanzas,
y el corazón hecho trizas repartido en mil amores.
Vuelve a ti a reclamar el espacio que dejó,
cuando lleno de ilusiones, tras el brillo se alejó.
Hoy sus músculos abatidos, solo quieren descansar,
cubiertos por el polvo de los huesos de sus padres,
y así después de años, lugares y distancias,
encontrar y al fin llegar, al principio de su andar.

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