domingo, febrero 11, 2007

Carnaval de febrero

Vicente Herrera Márquez

Te buscaré esta noche entre la gente,

en el corso del carnaval de febrero.
Eleva tu cuerpo en los tacos más altos,
pinta en tu boca un sonriente corazón,
ponte una peluca de espigas doradas,
viste un traje largo, blanco y brillante,
y así podré verte de lejos y saber que eres tu.
Yo puedo ser ese viejo opaco y lerdo
de mirada perdida con traje de poeta,
o puedo ser aquel joven desgarbado
disfrazado de payaso, astronauta o arlequín,
como también el mago rojo con bonete
que a los niños entretiene y encanta
y puedo ser ese brujo negro que se esconde
tras las polleras largas de la anciana,
que va altiva, con su atuendo de gitana.
Y si en la multitud no podemos encontramos,
nunca cambies ni te quites el disfraz,
porque como poeta, mago, brujo o arlequín
en todos los corsos te andaré buscando.
Por que en alguna parte esta escrito,
que en el perpetuo carnaval del mundo,
un día cualquiera nos vamos a encontrar.
Me lo dijo, y yo le creo, mi amiga la gitana.

La copa vacía

Vicente Herrera Márquez

Estoy escribiendo con grados de alcohol.

Al lado del teclado me anima mi copa de ron.
Con el licor poco a poco voy entrando en razón,
y ella me dice que es tiempo de olvidar escribir.
Quizás también es tiempo de empezar a morir.
Creo que mis tontas y simples palabras
las estoy escribiendo en el viento,
pues, se diluyen como polvo en el aire,
y nadie, nadie las quiere o alcanza a leer.
Es posible que no tengan la fuerza
para vencer la enorme distancia que separa
la pantalla de un par de ojos marrones…
No puedo, aunque quiera, seguir escribiendo,
esta oscuro, no veo ni palpo el teclado,
busco la copa, para ahogar un sollozo,
esta vacía, igual que la botella de ron.

¡Hola! ¿Cómo estás?

Vicente Herrera Márquez

Dime si quieres...


Dime si quieres que busque en otro rostro
el color, el brillo y las lágrimas de tus ojos.

Dime si quieres que enjugue en otra boca,
la sed que mis labios tienen de tu sed.

Dime si quieres que derrame en otro cuerpo
el aroma exquisito que guardo en ese frasco,
donde tengo atrapada la esencia de tu piel.

Dime si quieres que cambie en mis poemas,
esa línea en la que solo tu puedes leer
el único nombre de mujer que se escribir.

Dime si quieres que apague aquella luz,
esa que encendiste la noche que llegaste
y que hasta hoy alumbra, aunque no estés.

Dime si quieres que oscurezca mi pantalla,
cortando los cables y cerrando los conductos,
los que con solo pensarlo me llevan hasta ti.

Dime si quieres que me olvide que algún día
pretendí ser el compañero de tu vida,
vivir juntos retando la vida cara al viento
y barrer las hojas secas del otoño en tu jardín.

Dime si quieres que me vista de invisible,
que no grite, ni siquiera murmure que te amo,
ni tampoco transite en la vereda que vas tu
o manipule los hilos que mueven los destinos.

Dime si quieres que pregone por las calles
y esparza por las ondas viajeras de las radios,
la canción con mi letra y música del alma,
que dice que te extraño, te espero y estoy solo.

Dime si quieres que vuelva a pretender y ser
el joven lleno de años que se olvida de su edad,
que corre por las calles y vuela como un brujo
buscando tus encantos sin pensar en que dirán.

Dime si quieres que recuerde los números
que al discarlos con mis dedos temblorosos
y al romper con la llamada la barrera de silencio,
puedas contestarme con un: ¡Hola! ¿Cómo estás?

Dime si quieres que borre de los diarios y los libros
las páginas y páginas que cantan para ti;
las que escribí en horas de noches sin dormir,
con tinta de la vida, papel, mi pluma y un candil.

Dime si quieres que me olvide de ser el mago arcaico
que te ayuda a recorrer los caminos de la historia,
el argonauta atrevido que te guía a través del laberinto,
el pasajero de travesías que te trae vivencias y poemas,
el explorador de sentimientos que hurga en tus sentidos
o tal vez el simple hombre que te quiere acompañar.