sábado, noviembre 04, 2006

Vacuna para una enfermedad benigna

Vicente Herrera Márquez

Busqué en farmacias, recorrí droguerías;

pregunté a doctores, consejo a un cura pedí;
a una gitana hermosa le mostré mi mano,
trajiné los estantes de viejas yerberias,
y no encontré remedio para el mal de amor.
La verdad no es un mal, solo enfermedad,
a veces es hermosa, otras llevadera,
algunas pasajera y muchas dolorosa.
Yo la padezco desde que era un niño,
y mil recaídas como hombre sufrí.
Son éstas las que hacen buscar medicina.
Después de mucho buscar y nada encontrar,
un doctor amigo que me vino a ver,
me dijo no busques, es vano tu intento,
lo que tú necesitas no es un jarabe,
no son comprimidos y menos un parche
lo que tú precisas es una vacuna
que no deje que entre ese mal en ti,
produzca anticuerpos al sentir amor,
y te cure por siempre de esa enfermedad.
En una semana vendré por aquí
a inyectarte el suero que voy a inventar.
Pasado tres días al sabio tuve que llamar,
diciendole: amigo no prepares vacuna
¿Porqué? ¿No me digas que del mal te curaste?
Sí doctor, por ahora, me enamoré otra vez.

Tiempos del tiempo

Vicente Herrera Márquez

Perdona, entiende, amor mi impaciencia,

es que somos de tiempos distintos,
tu transitas la mañana con calma y cordura,
yo corro, queriendo ganar tiempo al tiempo.
Tu reloj, aún no marca el medio del día,
mientras que el mío ya ronda el final de la tarde.
Se que te enojas si hablo de edades distintas,
la realidad, aunque quiera, no la puedo esconder.
Y ésta apura, apremia e inquieta mis manos,
humedece mis labios y me hace vibrar.
Oigo que algo me dice que mañana ya es tarde.
Por eso como un loco te quiero besar,
quiero despertar en ti los instintos,
descubrir los montes ocultos por seda,
conquistar los valles cubiertos de encajes,
y obtener el tesoro que guardas,
dejando en ti sensación de querer otra vez.
Para que mañana, sí es que no muero esta noche,
no sea yo, sino tú, la que quiera al tiempo ganar.

Oculto y evidente

Vicente Herrera Márquez

Nuestro amor es secreto pero esta en el aire,

se esconde de miradas que no entienden nada
y de muchos que hablan y nunca han amado.
Corre las calles en horas de puertas cerradas,
vuela por las noches con disfraz de luna,
muy de madrugada recoge sueños y alas,
y transcurre el día muy bien camuflado,
escondido en las rosas que adornan la plaza.

Nuestro amor se oculta pero lo conocen todos,
el que siempre mira y lo quiere imitar,
el que habla y habla y también quiere amar.
Se muestra en salones donde hay multitudes,
vestido con sábanas blancas recorre las noches
y por las mañanas sin ganas se va a la oficina,
trabaja apurando el día timbrando papeles
o escribe cartas hermosas en el computador.

Nuestro amor es grande, para que ocultarlo,
que lo conozca el día, que lo sepan todos,
que a coro trasmitan como y cuanto amamos.
Gritémoslo en templos, calles, y en pasillos,
no más escondites, que nos vea la noche.
A toda hora mostremos realidad de amantes,
sin importar lo que digan, miren o mientan.
Lo que es real e importa, en la vida, es amarnos
y dejen que el mundo gire, y siga girando.

Ni limosna, ni migajas

Vicente Herrera Márquez

El hombre que te dedica

aquellos versos de amor,
no solamente es un cuento,
es poeta de carne y hueso,
y es poeta con sentimientos,
es un hombre que te ama,
y un hombre que te desea.
Si a ti te gustan sus letras
no lo premies con limosnas,
no anda buscando migajas.
Después de leer sus versos
acércate, que te sienta él.
Si puedes quieres y sientes,
regálale un beso ardiente,
ofrécele calor de amante,
calienten los dos la cama,
dile, sin mentir, te quiero
y dale un poco de amor.

Enciende la luz

Vicente Herrera Márquez

Derriba las puertas del claustro

y deja pasar el viento,
para que barra tinieblas que no dejan respirar.
Entra, te estoy esperando,
entra y enciende la luz.
Ven a llenar ausencias y a romper monotonías,
acompáñame a llenar la noche
con las horas del reloj.
Trae pincel y paleta, con tus colores mezclados
y ayúdame a pintar con tus ojos,
de azul esta prisión.
Toma con tus manos las mías
y diles como tocar
las cuerdas de la guitarra y los contornos de ti.
Muéstrame tus encantos para saciar los delirios,
que en las noches de encierro
permanecen en vigilia.
Cántame el abecedario para aprender de a hasta la z,
y así cantar y gritar que te quiero,
con toda mi fuerza ¡Te quiero!
Repetirlo cientos de veces y sin omitir ni una letra.
Quédate conmigo,
vibremos en dúo esta noche,
funde tu piel con la mía y no apaguemos la luz.

Cruzando la calzada

Vicente Herrera Márquez

Dime si hay compromisos que te amarren,

contratos o papeles que debas y quieras respetar,
o algún anillo de metal que te tenga prisionera.
Dime si hay alguien que acompaña tus insomnios,
ve por las mañanas tus cabellos despeinados
y toma contigo, temprano, un café en el comedor.
Dime si eres de una noche por semana en otra cama,
o buscas complacencia en lugares escondidos
en los brazos de un amante que promete
y que nunca amanece a tu lado al despertar.

No quiero ser piedra que entorpezca tu camino,
instalándome en tu vida como objeto de elección.
Ni tampoco distracción de fines de semana,
o quizá compañero ocasional de una velada.
Quiero estar contigo en todos tus eventos
y alentarte en la aventura del cruce de calzada.
Quiero en invierno calentar tus sabanas,
y en primavera renacer con el polen de tu piel.
Pero dime, si quieres que me quede o que me vaya,
me quedo si lo pides, o si no, emprendo retirada.

Conjugando verbos regulares

Vicente Herrera Márquez

Hace horas que trato y no concreto,

mi copa ya tres veces se ha vaciado.
Las letras del teclado me hacen guiños,
mis dedos impacientes esperan una orden.
La pantalla extiende, blanca, una sábana virgen,
la que espera sedienta, como hembra impaciente,
la llene de besos transformados en palabras.
Se muy bien los verbos que quiero conjugar,
el tiempo es hoy, por lo tanto es muy presente;
personas: tu y yo, segunda y primera, singular;
y el modo es mi forma simple de expresarme.
Pero el torrente que se agolpa en mi garganta,
que mis labios cual represa no pueden contener,
es tal que no puedo reunir sustantivos y adjetivos
para lograr formar ni siquiera una oración.
Es tanto lo que tengo y que quiero yo decir
que no atino a que palabra darle prioridad.
No quiero decir simplemente que te amo,
ni tampoco pronunciar el repetido: yo te quiero,
quiero escribir el más bello compendio del amor,
quiero cantar tu belleza, quiero contar su ternura,
y en libros con páginas repletas de poemas
derramar por todos los rincones, sentimientos.
Se que muchos dirán que escribo tonterías,
yo les pregunto: ¿es tontería escribirle al amor?
Y si es de iluso y tonto el estar enamorado,
me confieso el tonto más grande de este mundo.
Pero si, con certeza y vergüenza les puedo contar,
que nunca en mi vida que suma éstos y muchos más,
tantas palabras brotaron de mi pecho y mi garganta
haciendo tan difícil conjugar el verbo amar.

Clases de literatura

Vicente Herrera Márquez

Maestro quiero escribir

y no se como un verso crear.
Quiero decirle a alguien que lo amo,
por ello le pido me enseñe a trazar un poema.

Empieza con una palabra,
escribe otra y tendrás una frase,
con un verbo dale acción o emoción.
¿Y viste que es fácil? ya has escrito un verso.

Escribe otro verso igual,
trata de unirlos y darles sentido,
punto y coma, coma, punto y acento.
¿Te das cuenta? has logrado un poema crear.

Me doy cuenta maestro
que un verso yo puedo escribir,
y también un poema lo puedo lograr.
Y ahora dígame usted ¿Cómo hacer poesía?

Agrega un poco de amor,
también sentimiento y pasión…
Gracias maestro, ya estoy aprendiendo…
Ahora se lo que es poesía… a quien amo es a usted.

Algún día...

Vicente Herrera Márquez

Algún día... me miraré en tus ojos,

sentiré en mis manos deslizar tu piel,
andaré tu pecho de colinas suaves,
probaré la fruta y la exquisita miel.

Algún día... en tu oído seré susurro,
también abrazo tibio en la tarde fría,
te llevaré el café caliente por la mañana
y seré tu compañero en el viaje diario.

Algún día... seré tu brisa de primavera,
en el estío seré la sombra fresca en el sol,
en otoño de hojas te haré una alfombra
y en invierno seré los leños que den calor.

Algún día... podaré las espinas de tu rosal,
temprano regaré el huerto, barreré el jardín,
de noche cerraré puertas y apagaré la luz,
luego, tranquilo, contigo me iré a dormir.

Algún día... mi cabello cano tu peinaras,
mi barba hirsuta tus dedos la enredaran,
cerrarás la ventanilla de mi morada
y de paseo al cementerio me llevaras.

Algún día...