No te preocupes
del viento o la lluvia, yo me perdí en la bruma.
No estaré en la
parada del autobús ni en la estación del metro,
tampoco en el
supermercado, ni pidiendo limosna en la esquina.
No seré un
policía, un doctor y mucho menos un encuestador.
Lee tranquila los
diarios, ya no van a aparecer imágenes mías.
Los teléfonos
olvidaron los números de la memoria que compartimos,
las redes
sociales ya ni se acuerdan de aquel romance virtual
y los
ordenadores, al igual que un virus, me extirparon de raíz.
Puedes caminar
tranquila por la calle, no te vas a encontrar conmigo,
nada, ni nadie te
hará recordar ni siquiera un solo beso de mis labios.
Y si en alguna
parte me lees, me oyes, me ves o incluso me palpas,
piensa que soy un
espejismo, una mentira, no estoy en ningún lado.
Pero sí esa
visión y sensación persisten es porque algo está pasando,
debe ser que aún
permanecen en el aire algunas palabras mías,
que en algún
papel arrugado quedan versos que no se han borrado
o quizás es
probable que aún esté escondido, en un rincón de tu memoria.
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