Por las piernas
curadas del marrano,
palpita mi
paladar y se hacen agua las papilas.
Por las piernas
del vino en la copa,
se enciende mi mirada y se nubla mi conciencia.
Por las piernas
de mi mujer en la cama,
se aleja el
cansancio y se espanta el sueño,
se extravía mi
cordura y se alerta el sosiego.
Soy pastor y soy
poeta, soy hombre y me vuelvo loco;
se extravían mis
ovejas y se liberan mis lobos.
Mientras por los
conductos genitales va mi esperma
corriendo como
río de lava ardiente y apurada.
Todo esto gracias
al jamón serrano y al vino,
pero más que eso,
a las piernas de mi mujer.
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