Los héroes son arrebatos de pasión,
los mártires accidentes del
camino,
los próceres figuras ensalzados,
los ídolos deidades de temerosos,
los lideres guías de dóciles
multitudes
y todos ellos ya tienen
quien les cante y les escriba.
Por eso yo le escribo al ser
que me da alimento;
al que me da abrigo, me da
vida, salud y trabajo;
al que me regala los números
para sumar mis años
y las letras para escribir y
contar mi vida.
Al pescador que desafía el
frío y la borrasca aleve
y con sus redes de esperanza
al mar le extrae proteínas.
Al labrador que abre el surco de sustento;
al sembrador que derrama la
semilla del cereal
y al segador que cosecha la
espiga para el pan;
pan que el panadero amasa
con harina del molinero.
Al hilandero y tejedor de la
lana que arrea el ovejero
y la fibra que cultiva el
algodonero y el sedero.
Al carpintero que fabrica la
silla, la mesa y la cama
con el producto del bosque
que obtiene el maderero.
Al minero que horada las
entrañas del tiempo y de la tierra,
buscando materia prima para
el forjador y el herrero.
Al maestro que enseña números y letras.
Al obrero que con fierro,
ladrillo, cemento y voluntad
erige un edificio, una
mansión, un puente o un convento.
Y al albañil que con simple
barro, madera y voluntad
construye una pequeña gran
morada para fundar su hogar.
A ellos les canto, al hombre
que forja la vida y el camino
y también le canto a la
dueña del mundo: La Mujer.
A la mujer que temprano en
el ocaso de la luna,
camina a la fabrica llevando
en sus pies el apuro del trabajo
y en sus brazos el fruto del
amor y su razón de caminar.
A la que en el campo siembra
en huertos la estirpe de su raza.
A la que en la escuelita de
montaña enseña letras de esperanza.
A la que en la posta rural
con una sonrisa cura al niño y al anciano.
A la que hace milagros con
mínimos recursos.
A la que soporta las
inclemencias del tiempo y convivencia.
A la que me parió, amamantó
y me cuidó en enfermedad.
A la que me dio descendencia
con mis ojos y apellido.
A las que me amaron e
inspiraron mis versos.
A las que leen mis letras en
el pueblo vecino y en otro continente.
Y a todo aquel o aquella que
mi memoria olvide,
pero que en mi , en mi
tiempo y mi camino dejaron una huella.
©Derechos Reservados.
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