Antes que las
naves del corsario arrasen con mi puerto
Y destruyan el
muelle precario de maderos carcomidos,
tomaré mi saco de
dormir, el cepillo de dientes, tu fotografía
y partiré a
recorrer los caminos agrestes de tu campiña;
buscando el árbol
que cobijó aquella noche de nuestro encuentro,
buscando el
arroyo que nos ayudó a despertar y sació nuestra sed,
buscando el nido
abandonado de aquellos pichones recién nacidos
de la alondra que
con trinos vistió de arpegios nuestro amanecer,
buscando bajo las
piedras del camino las palabras que aquella noche no encontré,
cuando quise
escribir mi mejor poema en la albura y tersura de tu piel.
Y espero que el
tiempo me acompañe, que el frio no congele mis falanges escritoras,
que los baches y
piedras del camino no me hagan tropezar y caer;
y que el viento
del norte no entorpezca el caminar del poeta
que va
escribiendo versos con tu nombre por los senderos de tu tierra.
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