El último otoño trajo una lluvia
temprana
que tiñó de azul, el color de tu
paraguas
y encharcó las huellas que dejaste
al pasar
por tu travesía breve de intensa
pasajera
con un baúl repleto de libros y
andanzas.
Con un libro inconcluso de
historias calladas
que buscan desenlace para nudos
apretados,
que se esconden tras disfraces de
olvido
bajo el paraguas azul y tu mirada
entornada.
Llovía, miraste hacia la esquina,
no me viste
Pues no me conocías y no sabías que
era yo
aquel que entre charcos y lluvia te
seguía.
De mí sólo habías leído algunas
letras
escritas en blancas esquelas y
ajados pergaminos.
Esas letras creo que fueron las
intrusas culpables
que hicieran que tú subieras a un
taxí y te perdieras
tras la cortina de lluvia que
cubría la ciudad,
escondiendo tu mirada bajo el
paraguas azul.
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