sábado, julio 28, 2012

Chocolate caliente

Vicente Herrera Márquez


Amor escucha, quiero que hoy nos encontremos,
mañana será muy tarde, pasado mañana seré muy viejo.
Estarán marchitas las rosas y estará empezando  mi otoño largo.

Hoy siento frío en el aire.

La esquina blanca y achatada del viejo bar del encuentro
ya no estará, será una torre gris, tan alta y disonante como Babel.
Caminarán apresurados los pasos y serán indiferentes las miradas.

Hoy tengo frío en el cuerpo.

Por eso, espérame en el metro a las ocho, en la estación Apumanque,
en el mismo lugar del andén que nos presentó aquel otoño lejano.
Compremos rosas y vino, llévame a tu casa y abrígame en tu cama.

Hoy mi piel necesita tu calor.

Dame calor en mi otoño y con tu risa  rejuvenece mis años,
dame tu aliento en un beso con la pasión de la primera noche
y con el sudor de tú cuerpo humedece mi piel marchita.
Dame caricias con manos inquietas que revivan mi cuerpo mustio,
Dame las palabras que mis oídos no oyen o han olvidado.
Dame tu silueta desnuda para que mi memoria cansada de calles grises
se ilumine en el recuerdo de la mirada de mis ojos jóvenes.
Dame tus volúmenes sinuosos para que formen tu pecho en mis manos.
Dame tus montes y valles frontales y el desierto que arde en tu espalda.
Dame la estrechez de tu cintura y la tentadora plenitud de tus caderas.
Dame la extensión de tus piernas que evocan caminos y remansos.
Dame tu sexo excitado para que me  queme como volcán ardiente.
Dame tu pasión exuberante y rompe las amarras que me oprimen.
Dame el temblor ondulante, el olor y el sabor de tu libido galopante,
que corre por tus arterias, tu cama, los pasillos de la casa y los caminos andados.
Dame, estoy esperando, también quiero darte todo lo que me queda y tú quieres
y tiene que ser hoy martes, por que el jueves, como antes dije,  ya estaré muy viejo.
Dame, quiero gozar, sentir, sentirte y perder la razón en tu racimo de orgasmos,
olvidarme del tiempo  de ayer, del incierto mañana y sumergirme en el ahora.
Dame sosiego esta noche, dame calor en caricias y una última ración de tu aliento.
Para espantar el frio del alma quememos nuestra pasión en el fuego del infierno,
y el miércoles, para matar el frío del invierno, dame chocolate caliente por la mañana.

©Derechos Reservados.

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