Sí, yo incrédulo y escéptico creí en los agoreros,
Creí en vaticinios de magos, chamanes y bendecidos.
En calendarios desconocidos
y en oportunistas conocidos.
Creí que del mundo vendría, el fin anunciado con
trompetas,
y que la civilización actual,
sin remedio, pasaría a mejor vida.
Y
llegó el día fatal, llegó la hora
anunciada, sonaron las trompetas,
la
tierra escapó de su órbita elíptica y en parábola errante se alejó,
en
su huida colisionó con la luna, que en ese instante copulaba con el sol,
pasó
rauda por Júpiter y Saturno y muy pronto a Plutón dejó muy atrás.
En
sublime transformación la roca en un santiamén se hizo gas,
el
agua mutó a frágiles cristales, el hielo pasó a ser estalágticos meteoros,
y
la memoria del hombre plural fue una amalgama palpitante y deforme,
que
al quedar huérfana de cuerpo la
persiguió y tragó un agujero oscuro,
que
saltando entre galaxias dando tumbos se perdió esquivando estrellas.
Y sin embargo, en realidad
yo no sentí nada que fuera
extraordinario.
No sentí estruendos ni
explosiones, calor intenso ni viento huracanado.
No percibí derrumbes ni
inundaciones, ni riadas de hielo o fuego.
No tropecé por
oscuridad del cielo ni vi tormenta de
rayos mortales.
En mi casa no se cortó la
luz, el teléfono funcionó y el celular no calló ni cayó,
Internet funcionó muy bien,
lo único raro, nadie por el chat me habló.
Pero en general, el fin de todo, en mi casa y en mi entornó fue muy normal.
Lo bueno es que hoy me doy
cuenta que a pesar de lo cruento del final,
mis vecinos se levantaron
temprano, mi familia está muy bien.
El smog igual que ayer
dificulta el respirar y metro y buses van atestados.
El sol asomó a su hora, algunas nubes oscuras y se siente el frio de
otoño.
Los niños apurados van al
colegio, toca la campana el cura y los
autos tocan bocina.
En todos los canales de TV
las noticias son iguales, hablan de lo que pasó ayer
y la verdad es que muchas cosas
malas pasaron y se anuncian algunas peores.
Pero nada ha cambiado, las
noticias muy poco, son casi iguales que las de ayer y antes de ayer:
Dicen que hubo un terremoto
en Italia y un eclipse en el que la luna le mostró su otra cara al sol.
Hablan del dólar, el euro,
el dracma, la cesantía, la carestía, el desempleo y mil de problemas más.
También de asaltos, de
homicidios, de guerras “buenas”, guerras “santas” y guerras “malas”.
Hablan de Obama y de Hollande,
también de Merkel, de Piñera en Chile y Cristina en Argentina.
Hablan de España, de Grecia
y la Unión Europea, también del Bayern Munich o el Chelsea, ahora campeón.
Y hablan de discursos, de farándula, de la
prensa rosa, prensa amarilla y también la roja.
Y como diríamos en Chile: Hasta
hablan de la pata de la cama y de la
cacha de la espada.
Al fin y al cabo ¿De qué
sirvió el final, si todo sigue igual?
Sé, a ciencia cierta, que mi
final llegará, quiera o no quiera, con anuncio o sin anuncio llegará.
¿Pero el final del mundo?
¿El final de todo? ¿Quién lo puede anunciar?
¡Hasta yo lo puedo anunciar!
Pero que se cumpla, eso es harina de otro costal.
©Derechos Reservados.
©Derechos Reservados.
2 comentarios:
¡Enhorabuena..! Aunque ya te lo hice llegar por otra vía... Me gusta!
Un abrazo
Me encanta tu espacio, escrito con el alma. Te invito a visitar Precious Moments un espacio que espero sea de tu agrado. Saludos.
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