viernes, febrero 24, 2006

Lo que puedes hacer si un amor te dejó...

Vicente Herrera Márquez

Cuando sientas el peso de la ausencia,
y escuches el clamor de los silencios.
Evoques su figura en la distancia
y veas la noche en la alborada.
No camines al abismo ciegamente,
ni te dejes vencer por la congoja
Ese amor ya no esta, pero tu estas aquí.
Un amor murió, otro amor que se fue.
Pero piensa, el amor no muere, ¡El esta aquí!
Vuelve a colmar tu vida de presencias.
Evoca las ausencias sin rencores ni dolor.
Recorre las distancias con ansias de vivir.
Ponle música al ruido de las calles,
rasga las penumbras con luces a raudales.
Saborea la miel del panal, que siempre ha estado
posado en el árbol que ves de tu ventana.
Vive y goza el plenilunio sin pudor.
Transforma tu soledad en pentagrama,
y ponle notas escalando una ilusión.
No pienses en engaños, en desdenes o en traición,
no te importen, son estados del amor.
Los amores son momentos de la vida
que llegan, se quedan, pasan, mueren o se van.
En cambio el amor...
¿El Amor? ¡El Amor jamás!

Hazme Indio

Vicente Herrera Márquez

Para ti amiga de piel morena que, siendo aún niños, una noche me permitiste acurrucarme entre tus senos y me abrigaste con tu piel, mientras el Kóshkil nos brindaba su canción.


Mujer de la tierra madre, trasplantada a la ciudad,
haz esta noche nuestra y muéstrame mi nación.
Con tu voz contaminada de palabras raras
y modismos sosos, que no dicen nada,
canta una rogativa al tiempo y pide: no falte el pan.
Con tu vista perdida en horizontes de cemento frío
llena mis ojos con campos verdes y ríos limpios.
Con tus oídos heridos por el estruendo de la ciudad,
trae a los míos el murmullo suave del viento sur,
del arroyo el canto, y el trino claro de algún zorzal.
Con tu pelo largo y negro, negro como el carbón,
enreda la luz del cuarto y traza figuras en el dosel.
Con tus manos pródigas, ajadas por subsistir,
recorre mi cuerpo ansioso y con rabia hazlo latir
como si fuera la piel tirante de algún cultrún.
Tiñe de piel morena, las sábanas de mi cama.
Vibra tu cuerpo arisco, y agita tu pecho ardiente.
En cáliz de greda dame a beber el vino áspero y tinto,
que brota ardiente del fondo de tus entrañas.
Para que caliente y ebrio, liberado de los prejuicios,
sin vergüenza , sin estigmas ni miedo, libere al indio,
que disfrazado con piel mas clara y otro apellido,
toda la vida llevé escondido dentro de mi.

Dilema

Vicente Herrera Márquez

¿Qué te puedo dar?
Me pregunto y no lo se.
No tengo bien material, ni nada para dejar.
¿Qué te puedo dar?
Me vuelvo a preguntar.
Soy ignorante, de saber poco y nada puedo ofrecer.
¿Qué te puedo dar?
Ya no se ni que pensar.
Quisiera ser ejemplo, pero entre cientos, muy poco soy.
¿Qué te puedo dar?

Ya no voy a preguntar.
Tengo, al fin, claro lo que haré.
Ahora voy a responder, pues ya se que te puedo dar.

Te daré mi risa, para que alegre tu camino.
Te daré cariño, para que venzas las tristezas.
Te daré silencio, para escuchar tus desventuras.
Te daré paciencia, en tus cuitas y aventuras
Te daré mis manos, para que estreches la amistad.
Te daré mis brazos, para que los uses de herramientas.
Te daré fuerzas, para que construyas tus proyectos.
Te daré mi aliento, para que enfrentes los eventos.
Te daré bríos, en los momentos de flaqueza.
Te daré la calma, en los días y los viajes tormentosos.
Te daré mis hombros, para que tengas un oasis de descanso
Te daré mi vino, para que sacies la sed junto conmigo
Creo que es poco, pero todo eso te daré.
¡Ah! Me olvidaba, algo más te puedo dar
Te daré problemas, para que aumentes tus pesares
Sí, eso, problemas te daré.