Vicente Herrera Márquez
Conozco la historia.
Es cierto, conozco mi
historia
y estoy conciente que
también existe tu historia.
¿Cuál es verdadera? ¿La tuya
o la mía?
Las dos son verdaderas.
Reconozco la tuya, por favor
reconoce la mía.
Por circunstancias de la
vida y las pasiones del hombre,
en busca de una utopía, estuvimos
en la misma guerra.
Guerra que hicimos desde
trincheras contrarias,
con distinta bandera,
distinto ideal, distinto interés,
y es muy posible que
matáramos por el mismo fin.
Por eso la historia no es
una,
es la tuya, es la mía,
también la del vecino, la del amigo,
y por lógica también lo es
la del ocasional enemigo.
La historia importante es la
que queda.
Es la que queda después de
silenciar los cañones;
después de maldecir, llorar
y calmar las pasiones;
después de levantar a los
hermanos caídos;
después de recoger y
enterrar a los muertos;
después de restañar las
heridas del cuerpo y del alma;
después de reconocer los
errores de cada trinchera;
después de volver a
encontrarnos en franca mirada
y adoptar lo bueno y
desechar lo malo, de cada una de ellas;
después de darnos la mano
sin manchas de sangre
y después de honrar a todos
los muertos,
a los tuyos y los míos, a los
míos y los tuyos.
Por eso amigo mío, la
historia no es una ni todas,
la Historia es la suma, sin
restar ni una coma, ni un muerto,
de cada una de nuestras
propias historias.
©Derechos Reservados.
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