martes, mayo 22, 2007

La llave y el ariete

Vicente Herrera Márquez

Son cientos de páginas que descifro cada noche

mas no logro entender el misterio de tus códigos.
Me hago parte de ti en los capítulos de dolor,
me pierdo contigo en el laberinto de tus sucesos
y buscando una casualidad en recodos y gavetas,
siento que mis mejillas se transforman sin querer,
también en el camino recorrido por tus lagrimas.

Un día eres el ave fénix que renace del olvido,
extendiendo alas y sentidos abrazando inmensidad,
al siguiente nuevamente te sientes cautiva del pasado
y regresas buscando las caricias de aquel que ya se fue.
Hay momentos que tus ojos se llenan de presente,
al tiempo que tu voz encanta y canta de hoy la melodía,
pero al poco andar te sumerges en mares de silencio
y tu vista mira atrás perdiéndose en sombras de nostalgias.

Dime prisionera de esa imagen grabada en el recuerdo,
cual es el discurso, la oración o tan solo las palabras,
que al pronunciarlas sean la llave que abra aquel encierro
o sirvan de ariete que martille y destruya esa muralla,
para traerte liberada a los caminos que te alejen del ayer.
No importa si soy o no soy tu meta u oasis del presente,
pero si quiero ayudarte y ser el compañero temporal,
hasta que cumplas el sueño que vive en ti latente
y que derramas escribiendo en los reglones de tu vida.
Aquel de lograr como mujer, algún día, la gloria y el amor.

No borres palabras

Vicente Herrera Márquez

Señora que visitas mis noches, dime:

¿Dónde te encuentro en vigilia?
Dime señora, confidente de sueños
¿En que lugar del pensamiento te haces realidad?
¿Dónde estás en las horas, cuando no escucho tu voz
y en las que mis sábanas no saben de ti?
Llego a pensar en el tiempo que dura la espera,
que ese rato entretiene otro ensueño,
que visita tu espacio y da vida a tu sueño.
Mientras yo solo escribo y espero de ti la llegada,
es tu verso el motivo para que otras palabras
te conversen y abriguen la noche de otoño.
En tanto la espera, acurrucado en la cama
buscando calor para el frió que siento
y de a poco o en mucho se enquista en mil dudas,
que como agujas se clavan en el cuerpo y el alma,
no sabe si dormir, olvidar, llorar
o dejar simplemente que llegue mañana.
¿Por qué? si sabes que tus horas ya tienen dueño,
me dices que al tiempo no apure y deje que él diga
lo que tu por ahora quieres y no puedes decir.
Y esas palabras escritas a mitad de la noche y la espera
que dicen que mucho te doy pero más no esperas de mi
no las borres, ya las leí, es tu mensaje y yo lo entendí.
Al escribir y borrar muy claro me dices
que ya terminó ese tiempo que tenias para mi.

miércoles, mayo 16, 2007

Hijo de Antares y el Sol

Vicente Herrera Márquez

No te enamores de mí,

no soy el hito final de tu destino,
ni tampoco el arquetipo de amante que deseas,
no podría ser el príncipe de tu cuento de colores,
ni siquiera acompañante por los caminos de la vida.
No creo en religiones, ni en milagros, menos en destinos,
para mi los dioses son leyendas y sus concubinas, las diosas.

No soy pecado, ni capricho, tampoco soy bocado.
Soy un simple extraterrestre engendrado en el espacio,
después de una loca conjunción de Antares con el Sol,
en una orgía de galaxias en los confines del Big Bang.
Fui traído como germen a la tierra en un meteoro,
cuando humanos en orgía de sangre se peleaban,
se mataban para saber quien era mas fuerte o el mejor.

Fui germen repartido por la tierra en minúsculas partículas
e inyectado en racimos de ovarios de mujeres germinales,
y en gónadas urgidas de hombres con esperma acelerada.
Soy uno de unos pocos repartidos al azar en el planeta,
y no se si me controlan, soy libre o un engendro prisionero,
que llegado el momento de las cuentas, antes de morir deba partir,
a rendir mis andanzas por el mundo y quizás, saber de que serví.

Wisky, piel y chocolate

Vicente Herrera Márquez

No fue noche, no fue día,

fueron susurros apagados por cortinas para el sol,
y suspiros alumbrados por la luna en los cristales.
Fueron besos de alcohol, ardor y sabor a chocolate,
fueron manos ebrias teñidas con color de piel,
de piel perlada, humedecida en el rocío del deseo.

Fue noche larga, fue corto el día,
festín de horas guardadas en el bolsillo de la espera.
Fueron horas prisioneras entre cuerpos apretados
que diluidas y estrujadas en momentos presurosos,
escurrieron como agua por debajo de la puerta
y se fueron sin saberlo entre ocaso y madrugada.

Horas largas, momentos cortos,
tiempo ahorrado poco a poco en el trajín de cada dia,
para girarlo cada tanto en las cuentas del amor,
cualquier dia con su noche en una cama de motel,
contando y alargando los minutos que se encogen
y tratar que no se escondan en los punteros del reloj.

Wisky, piel y chocolate,
mezcla fuerte, ardiente y crepitante como fuego,
cóctel de espera y de encuentro en fines de semana,
espíritu de tierra diluido en sumo de grano y sol
con gusto a leche dulce y color-sabor de fruto tropical,
diluido en sudor de pieles excitadas en noche de placer.

El payaso

Vicente Herrera Márquez

En la pista del circo pobre de carpa remendada,

vestido con colores cosidos en traje de payaso
y una falsa carcajada dibujada en su semblante,
noche a noche va contando mil historias,
leyendo y simulando sonrisas, risas y sollozos,
al mismo tiempo que arranca del libro con su historia
chistes viejos, poemas simples y sus páginas de vida.
La música de una trompeta languidece en sueños olvidados,
un borracho en lo alto llora cuando habla de tristeza,
el hombre de goma se estira en un bostezo interminable,
el adusto domador no restaña latigazos en el aire
y los viejos leones de gruñido gastado, solo duermen,
sin entender por que el payaso de la falsa carcajada
hace que todos rían mientras él por dentro esta llorando.
Cuando mira al público con alegría fingida
los niños inocentes aplauden, gritan y ríen con él,
en cambio los grandes que entienden de que habla
pudiendo fingir, no saben ser niños y se mofan de él.
Es el payaso que en escena disfraza su cara de risas,
En el oscuro camarín de despoja de la alegría pintada
y en un rincón de la noche, con la lluvia o con la luna,
se quita el traje de payaso, se viste de penas y amargura,
y rumiando soledad se pierde en la pista del circo de la vida.

viernes, mayo 04, 2007

Las puertas del templo

Vicente Herrera Márquez


Quiero entrar al templo de estructura universal
que es simiente de la vida.
Quiero entrar y recorrer el continente
de un cuerpo de mujer.
Quiero entrar en ti por todos los caminos y senderos
que como mujer puedes ofrecer a un hombre.
Quiero entrar a tu mente encaramado en tus pensamientos
y amarrado a un sentimiento.
Quiero entrar por tus ojos en un haz de luz
que se grabe en tus retinas
y trasmita a tu cerebro la imagen de mi amor.
Quiero entrar por tus oídos como susurro de una brisa,
como canto de calandria,
y como bramido de trueno que retumbe en tus entrañas.
Quiero entrar por tu olfato como aroma de lavandas,
como perfume de noche ardiente
y como esencia de hombre
estrujada de mi cuerpo por tus brazos.
Quiero entrar por tu boca como sabor de piel curtida por el tiempo,
succionado por tus labios
y degustado por las papilas de tu lengua.
Quiero entrar por tus poros como mezcla de sudores
y ungüentos de hierbas orientales.
Quiero entrar por el camino exquisito del placer
y unirnos en rito sublime de caricias, de pasión y deseo compartido,
hasta alcanzar la gloria
y vernos reflejados en la cara oculta de la luna.

miércoles, mayo 02, 2007

Luz abierta y ojos encendidos

Vicente Herrera Márquez

No te ocultes en las sombras,

al amor no le gustan las penumbras.
Despeja los cristales, abre las cortinas,
deja que ilumine la mirada de la luna,
para que entre la cama en el espejo,
y la noche vea como hacemos el amor.

Tu cuerpo es bello, no lo ocultes,
quita la sábana que cubre tus encantos,
tu figura es deleite de cámaras y artistas
dale a mis ojos el placer de contemplarte.
Permite que el aire de mi cuarto te acaricie,
no impidas a mis manos codiciosas
palpar y acariciar el terciopelo de tu piel.
¡Ayyy, tu piel! No escondas esa piel.

Despeja los contornos ondulantes
y muéstrame el curvado continente.
Repleta la cavidad dúctil de mis manos
con las formas redondeadas de tu pecho.
Deja que mis falanges inquietas
vaguen por tus valles temblorosos
y permite que mi boca sedienta de tu miel
busque en el diapasón tenso de tu cuello,
los puntos que al pulsarlos con mis labios
te hagan arder como hoguera de pasión.

No tengas vergüenza ni temor,
mira sin pudor mi reflejo en el espejo.
Haz lo mismo a mi cuerpo que espera
que imites lo que hace mi deseo con el tuyo.
Mírame, mi piel es un libro de hojas vivas,
donde puedes ver años y caminos recorridos,
pero también puedes leer las letras que te cantan.
Humedece con tu boca los surcos de mi piel.
Con tus manos amasa mis músculos cansados.
Late vibra, libera tus instintos amarrados
y haz que se rebelen en tropel mis deseos contenidos.

Que la mirada de la luna que nos mira en la ventana
explote en luz y se iluminen las paredes
para que hagamos el amor a luz abierta y ojos encendidos.