sábado, febrero 07, 2015

Hora de habar



            Cuando la tierra tiembla se sacude el frágil hilo de la vida,
se remece el montón de años acumulados y se agitan los recuerdos más guardados
Al pensar en el remezón final que puede derrumbar los muros de la casa
y destruir la endeble estructura de nuestro  propio edificio personal,
nos damos cuenta que hay palabras que escondimos y nunca las dijimos,
como así también hechos que disfrazamos con atuendos convenientes
           o  situaciones que mentimos, escondiendo tras un muro imaginario de vergüenza
y que hoy sentimos la imperiosa voluntad postrera de traerlos y mostrarlos al presente.
El remezón final para muchos no llegó, entre ellos yo, soy afortunado.
¿Soy afortunado?

Pienso en las próximas réplicas o en el próximo sismo de nuestro calendario andino
y creo que es la hora de decir las palabras que el miedo y la vergüenza por años callaron.
También mostrar los hechos que por mezquinos intereses se prefieren ocultar
y otras situaciones que por convivencia y decoro social no es bueno comentar.
Pero los años, las buenas y malas  experiencia enseñan cuánto vale la verdad
y cuanto mejor hubiera sido  que en el momento preciso no se hubiera escondido.
Creo que es hora de comenzar a hablar antes que llegue el próximo remezón.
Pues las palabras, aunque duras, pueden evitar a tiempo un terremoto personal.

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