martes, febrero 14, 2012

El tiempo de la tierra y de la luna

Vicente Herrera Márquez

Cuando la tierra libere su rabia guardada por los minerales robados,
con los que construimos el “progreso” y las ojivas destructoras.
Cuando el océano no soporte el peso de la inmundicia que le devolvemos,
como retribución por su aporte de ruta, solaz, vida y sustento.
Cuando nos cueste dinero y esfuerzo adquirir el oxigeno de vida,
y el escaso aire respirable sea solo producto de filtros desechables…
Cuando la luna ingrese en su cuarto menguante final.
Cuando ya no sea espejo de bohemios o la pálida musa de poetas.
Cuando haya dejado de ser la página de timidos y enamorados.
Cuando ya no sirva como destino de artefactos y astronautas.
Cuando se despoje del disfraz de nubes con que la vestimos,
en los tiempos de nuestras rondas infantiles llenas de sueños.
Cuando se olvide que es vigilante nocturna de huestes de fantasmas.
Cuando solo sea roca inerte y pantalla reflectora de rayos mortales.
Y cuando solo ilumine tu piel desnuda y guie tus pasos a mis brazos,
recién cumplirá la razón de su periplo por el espacio sideral,
la de ser el fanal de tenue luz en la sublime conjunción de dos cuerpos ardientes,
que se consumen de pasión carnal y fuego arrasador por falta del ozono protector,
cuando sobre colchón de musgo seco rodeado de campo estéril hagamos el amor
y muramos abrazados en el último estertor del tiempo de la tierra.

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