sábado, febrero 07, 2015

Un pañuelo de seda



En tu cuello quise dibujar un beso,
pero algo suave de color marrón me lo impidió.
Era un pañuelo de seda que se interpuso entre tu piel y mi boca.
Intenté quitarlo, no pude.
Insistí en besarte, no pude.
Quise hablarte, pero antes de decir nada,
como por arte de magia, el pañuelo desapareció.
Y te besé, te besé y te besé.

Rozando tus hombros mis labios bajaron,
por un sendero tibio que incitaba a seguir avanzando.
Quise embriagarme en tus pechos y con mis manos tomarlos;
pero algo me lo impedía.
Nuevamente el pañuelo de seda se interpuso entre los dos,
otra vez  intenté sacarlo y nuevamente no pude.
Esperé algunos segundos y sin yo pedirlo también desapareció.
Y mis manos recorrieron  las fronteras de tu pecho,
también llegaron mis labios para seguir dibujando
y entre ellos y las manos en tu piel esculpieron deseo.

El sendero continuaba y ávido seguí explorando;
boca, labios, manos y todos mis sentidos  se unieron en el intento.
Pero otra vez, como coraza allí estaba el pañuelo de seda marrón;
escondiendo, cuidando y cubriendo el tesoro que quiero obtener.
Yo ya pensaba que al acercarme tendría que lidiar con él
y sin embargo aun faltando un buen trecho para llegar,
sin intentar quitarlo, ni pedirlo, el pañuelo… desapareció.
A mi vista se desplegó un valle hermoso para el solaz sensorial
y un camino exquisito que atraía e incitaba a vivir;
Mientras una fuerza incontrolable arrastraba
a mis labios, a mis manos y a toda…  a toda mi piel.
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Despierto…
siento que el sol derrama su luz en mi cara,
y en la ventana entreabierta, cómplice, trina una alondra.
No recuerdo…
si la travesía por aquel sendero fue sueño, fantasía o realidad.
No sé si viniste, estuviste, te fuiste o aún estás escondida en la luz,
pero el pañuelo de seda allí está, desafiante,
ahora enredado en mi almohada.

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