Lo nuestro no requiere
de un 14 de febrero,
tampoco de un día
señalado en el calendario,
una fiesta o una ceremonia con el nombre del amor.
Nuestros serán, aún con
altibajos, distancias y adioses aparentes,
todos los días, con sus
noches, que suman doce meses.
Aquellos días entre un
verano del norte y un invierno del sur;
una noche que fue ocaso
de lunes y amanecida de martes,
en un refugio
escondido, allá donde anidan las cigüeñas.
En esos días se
confabularon los versos con la noche de Navarra;
se unieron labios en
beso sellando un conjuro de razas;
se humedecieron sábanas
, con sudor de piel, de latitudes distantes
y al unísono en
suspiros y estertores de placer
una mujer y un hombre,
tú y yo, unidos con lazos de distancia,
en tu idioma y el mío conjugamos
el verbo amar.
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