martes, julio 31, 2012

Poetisas, poetas y vino


Vicente Herrera Márquez


El día estaba gris y desolado,
me acompañaban mi gato compañero,
un diario de la tarde,
en el aire un disco de Piazzola
y desesperada, buscando libertad, una mosca en la ventana.
Pensaba yo en cruentas batallas ganadas
y alguna, sin razón ni consecuencia,  guerra perdida.
Quería escribir, creo que podía, pero letras no había.
Quería beber, sed tenía y vino, sí, había.

De repente ruidos y risas y la música del ding-dong

Llegaron  poetisas en cierne con inquietudes nuevas,
aladas cual golondrinas en ráfagas de viento,
otras montadas en corceles con ruedas
y muchas  nómades caminantes.
También llegaron poetas bohemios,
con versos y romances  enredados en las barbas,
algunos con pluma en ristre y escudos de pergamino,
otros con lápiz de grafito y cuadernos ajados
y más de alguno con algo para acompañar el vino.
Llegaron poetisas y poetas a regalarme poesía,  
con voz clara a recitar, cantar y conversar,
y por el andar del camino, llegaron todos con sed;
sed de buen vino,  hambre de escribir y ganas de vivir.
Y escribimos, escribimos, recitamos y cantamos,
a lo bueno de la vida y a lo malo del camino,
a lo oscuro del  destino y a la luz del nuevo día,
a lo amargo del desdén y al dulzor de los besos.
Matamos la sed, revivimos  esperanzas truncas
y reanudamos la amistad perdida u olvidada.
Y amamos, amamos las letras y los versos
amamos el color y el calor del vino,
brindamos por la vida,  por Neruda y el abecedario,
acariciamos el lomo del gato compañero,
y abriendo la ventana,  sin importar el frío,
a la mosca prisionera le regalamos libertad.

 ©Derechos Reservados.

Sí, es cierto, los poetas...

Vicente Herrera Márquez


Tratamos de llegar a todos los ámbitos de la vida,
al de la razón, la sin razón, la locura y la utopía.
Apelamos al sentimiento, a emociones y pasiones
y nos comprometemos con el dolor y la alegría.
Nos hacemos parte interesada de las causas justas
y nos entreveramos en la muchedumbre que combate la opresión.
Somos preclaros predicadores de justicia y libertad
y a la vez insolentes críticos ante la inoperancia y la mentira.
Hurgamos en las glorias y vaivenes de la historia
y también en la miseria de la indigencia marginada.
Muchos no creemos en regencias celestiales,
pero aún así, removemos las creencias olvidadas.
Muchos no exaltamos personas, ídolos o caudillos,
nuestro canto solo es para el común de los mortales.
Muchos no buscamos solo agradar a mayorías,
sino que, vamos por la senda entregando vida en poesía.
Nos preocupan las causas del hombre, la mujer, el ser humano
y también disfrazamos versos para la lápida que prolongue nuestras vidas.
Es cierto, no todos somos iguales, los habemos de éstos y de aquellos.
Me siento y espero ser de éstos, creo que somos más.
Pero, sí, estoy seguro que soy de aquellos que alargamos el abecedario
cuando afloran y dominan los instintos y designios de la especie.
Ahí nos olvidamos de mundo, de entorno, de causas, de todo
y con letras que rayan en locura le escribimos al amor.


©Derechos Reservados.

Más, no puedo ser

Vicente Herrera Márquez


Sé  muy bien, y lo reconozco,
que no estoy libre de pecado,
tampoco de arrogancia,
y menos de soberbia.
Pero igual  me animo, sin miedo alguno,
a arrojar la primera piedra.
Y si a mí me cae, que es lo más probable,
sabré soportar el dolor, el malestar,
y la vergüenza que me pueda causar,
incluso el desprecio y el desdén,
pues la vida me ha enseñado a reconocer
tanto tus aciertos como mis desatinos,
mis yerros y tus creencias,
tus ponencias y mis supuestos,
mi ignorancia y tu certeza,
lo cual no me hace ser ni menos ni más,
ni mejor ni peor, ni muy distinto al modelo.
Sólo me hace ser un hombre más, un simple mortal.
Y aunque me pese, o tú quieras, otro no puedo ser.
Por eso no puedo aparentar lo que no soy,
ni vestirme con traje de farsante,
pedir prestado un atuendo de ocasión
o   andar por la vida predicando inconsecuencias.
Ya lo ves no soy perfecto,
Si quieres mi amistad, acéptame así.
Sólo así, con mi apariencia, mi simpleza y mi verdad.

 ©Derechos Reservados.

lunes, julio 30, 2012

No sé, no debo, no puedo


Vicente Herrera Márquez

Si me piden que responda a: ¿Qué es poesía?
Sencillamente diría: No sé, no debo y no puedo.
No sé.
Porque es respuesta para filósofos, filólogos, doctores de vida y eruditos en letras.
No debo,
Pues, sólo pueden decirlo los  verdaderos poetas que con voz y letras,
trayecto, experiencia e historia pueden explicarlo.
No puedo,
Porque, aun escribiendo, no tengo un bagaje de versos,
no tengo autoridad literaria que la refrende un decreto oficial,
tampoco un diploma, un libro impreso,
un séquito adulador o un concurso ganado.

Pero si me permiten…
Algo puedo decir de lo que pienso, escribo y declamo
y que humildemente se los presento como: Mi poesía.

Mi poesía es aire que se mueve a merced del viento,
es corriente que recorre distancias,  espacio y rincones.
Mi poesía es mensaje amigo que viaja en la suave brisa,
es susurro que se escucha cercano y allende los mares,
es beso que llega a labios de mujer, como viento caliente
y será caricia en su piel si ella piensa en mis manos.

También  puede ser grito de arenga para derrocar al tirano,
crítica abierta a sistemas carentes de humanidad,
billete de pago sin valor monetario ante un pagaré de usura,
y palabra de unión en divergencias humanas carentes de sentido común.

¡Pero cuidado!
Porque puede ser mi rabia montada en truenos de viento
para combatir la ceguera de aquellos que quieren correr fronteras,
o para aplacar la furia de aquel que tiña de rojo el blanco pecho de una paloma.
Puede ser dardo de fuego para aquel que ofenda y mancille  la libertad.
Puede ser misil destructor para el mercader que trafica con engaño y dolor.
Puede ser cadena perpetua para todo aquel que le roba al pobre y al desvalido
y puede ser pena capital para los que agreden a mujeres y niños.

Será recomendación severa para el joven que a sus padres levanta la mano,
también será sermón de montaña  para aquel que aún imberbe delinque,
castigo con palabras duras para aquellos indolentes que arrojan su inmundicia al rio
y será lección de humildad para esos insensibles que pisotean la dignidad humana,  
cuando se ensañan en la voluntad y esperanza  de los que vienen de tierras lejanas,
porque hablan otro idioma, visten otro color de piel o rezan con otra oración.

Eso es todo.
Mis letras pueden ser eso, un poco más y la voz de los reprimidos que quieren gritar.
Pero por favor no hagan que yo, simple mortal que reúne palabras y las hace versos,
venga a pontificar y desde un estrado responda a esa pregunta que parece tan simple:
¿Qué es poesía?

©Derechos Reservados.

Letras para gente importante

Vicente Herrera Márquez


Los héroes son arrebatos de pasión,
los mártires accidentes del camino,
los  próceres figuras ensalzados,
los ídolos deidades de temerosos,
los lideres guías de dóciles multitudes
y todos ellos ya tienen quien les cante y les escriba.

Por eso yo le escribo al ser que me da alimento;
al que me da abrigo, me da vida, salud y trabajo;
al que me regala los números para sumar mis años
y las letras para escribir y contar mi vida.
Al pescador que desafía el frío y la borrasca aleve
y con sus redes de esperanza al mar le extrae proteínas.
Al  labrador que abre el surco de sustento;
al sembrador que derrama la semilla del cereal
y al segador que cosecha la espiga para el pan;
pan que el panadero amasa con harina del molinero.
Al hilandero y tejedor de la lana que arrea el ovejero
y la fibra que cultiva el algodonero y el sedero.
Al carpintero que fabrica la silla, la mesa y la cama
con el producto del bosque que obtiene el maderero.
Al minero que horada las entrañas del tiempo y de la tierra,
buscando materia prima para el forjador y el herrero.
Al maestro que enseña  números y letras.
Al obrero que con fierro, ladrillo, cemento y voluntad
erige un edificio, una mansión, un puente o un convento.
Y al albañil que con simple barro, madera y voluntad
construye una pequeña gran morada para fundar su hogar.

A ellos les canto, al hombre que forja la vida y el camino
y también le canto a la dueña del mundo: La Mujer.
A la mujer que temprano en el ocaso de la luna,
camina a la fabrica llevando en sus pies el apuro del trabajo
y en sus brazos el fruto del amor y su razón de caminar.
A la que en el campo siembra en huertos la estirpe de su raza.
A la que en la escuelita de montaña enseña letras de esperanza.
A la que en la posta rural con una sonrisa cura al niño y al anciano.
A la que hace milagros con mínimos recursos.
A la que soporta las inclemencias del tiempo y convivencia.
A la que me parió, amamantó y me cuidó en enfermedad.
A la que me dio descendencia con mis ojos y apellido.
A las que me amaron e inspiraron mis versos.
A las que leen mis letras en el pueblo vecino y en otro continente.
Y a todo aquel o aquella que mi memoria olvide,
pero que en mi , en mi tiempo y mi camino dejaron una huella.

©Derechos Reservados.

Susurros

Vicente Herrera Márquez


Susurrando me hablabas:

Entra me decías y entré en tu puerto;
entra me decías y entré en tu templo;
entra me decías y entré en tus sueños.

Y por tus susurros entré en tu vida.

Y por tus pasos entré en tu camino;
   por tus besos  entré en tu huerto;
   por el sudor de tu piel entré en tu fuente;  
   por la ventana de tu mirada entré en tu mente;
   por tus senderos  de mujer ardiente entré en tu cuerpo.

Y por tu concierto de orgasmos encadenados,
   entré, enloquecí y quedé preso… en tu cárcel de pasión.

©Derechos Reservados.

sábado, julio 28, 2012

En la vereda del frente

Vicente Herrera Márquez

Muchacha ¿Dónde estás?
¿Por qué te disfrazas de ausente?
Ven, no te escondas.
Ven, despliega tu presencia,
el sol te está esperando,
la brisa inquieta extraña tu perfume,
y el día reclama tu asistencia.
Ven, muestra tus encantos,
remonta alturas y vuela libre
buscando la vida.
Observa también
la vereda del frente,
porque sin darte cuenta,
hoy como ayer y el verano pasado,
allí, te está  esperando el amor.

©Derechos Reservados.

El hipocampo y la medusa

Vicente Herrera Márquez


-Ven, ven a vivir en mi mar de encanto y de locura,
ven a gustar el dulce sabor de las uvas de mi viña
y a libar el mosto que fluye del lagar –

-No puedo me detienen intereses en mi playa,
mas quisiera, de tu mar hacer mi mar
y embriagarme con el sumo de tus uvas –

-Ven, ven te espero con ansias y con hambre,
ansias de sentir y quemarme en tu calor y tu mirada
y hambre del manjar de  tus labios y tu piel –

-No puedo, estoy atada con hilos de cordura
y me detienen las letras de un papel,
que dicen que me debo a una promesa de mi ayer –

-Ven, antes que el invierno haga presa de mi mar,
mate y cristalice los espermios aún vigentes,
que  esperan un óvulo con ansias de engendrar –

- No puedo, no puedo pero pasa el tiempo y quiero,
quiero olvidarme de palabras viejas y caducas,
dichas en tiempos de deseos y locura juvenil –

-Ven, ven antes que venga una sirena o una red,
una sirena que me atrape en sus encantos
o una red que me arrastre a una lata de sardinas –

-No puedo, pero tu mar me llama y me atrae como imán,
se hace nueva en mi piel esa locura vieja del ayer
y quiero montarme en una ola que venza tempestades,
que con su fuerza rompa los cabos que me atan a este puerto
y dejarme llevar por las corrientes que buscan tu confín –

-Ven, ven,
la puerta de mi casa esta entreabierta,
mi mesa esta servida, mi cama esta dispuesta.
Mi tiempo está esperando,
y mi cuerpo está impaciente.
Mi historia requiere tu presencia
para escribir en la página guardada,
con el nombre de la musa que inspirará
los últimos versos de mi vida –

-Voy, sí, voy, espérame.
Sirve el espumante y el caviar;
calienta la cama y enciende la luz;
que se alisten  tus espermios;
y prepara la pluma,  yo llevo el cuaderno,
para que escribamos el romance
del hipocampo y la medusa –

©Derechos Reservados.

Chocolate caliente

Vicente Herrera Márquez


Amor escucha, quiero que hoy nos encontremos,
mañana será muy tarde, pasado mañana seré muy viejo.
Estarán marchitas las rosas y estará empezando  mi otoño largo.

Hoy siento frío en el aire.

La esquina blanca y achatada del viejo bar del encuentro
ya no estará, será una torre gris, tan alta y disonante como Babel.
Caminarán apresurados los pasos y serán indiferentes las miradas.

Hoy tengo frío en el cuerpo.

Por eso, espérame en el metro a las ocho, en la estación Apumanque,
en el mismo lugar del andén que nos presentó aquel otoño lejano.
Compremos rosas y vino, llévame a tu casa y abrígame en tu cama.

Hoy mi piel necesita tu calor.

Dame calor en mi otoño y con tu risa  rejuvenece mis años,
dame tu aliento en un beso con la pasión de la primera noche
y con el sudor de tú cuerpo humedece mi piel marchita.
Dame caricias con manos inquietas que revivan mi cuerpo mustio,
Dame las palabras que mis oídos no oyen o han olvidado.
Dame tu silueta desnuda para que mi memoria cansada de calles grises
se ilumine en el recuerdo de la mirada de mis ojos jóvenes.
Dame tus volúmenes sinuosos para que formen tu pecho en mis manos.
Dame tus montes y valles frontales y el desierto que arde en tu espalda.
Dame la estrechez de tu cintura y la tentadora plenitud de tus caderas.
Dame la extensión de tus piernas que evocan caminos y remansos.
Dame tu sexo excitado para que me  queme como volcán ardiente.
Dame tu pasión exuberante y rompe las amarras que me oprimen.
Dame el temblor ondulante, el olor y el sabor de tu libido galopante,
que corre por tus arterias, tu cama, los pasillos de la casa y los caminos andados.
Dame, estoy esperando, también quiero darte todo lo que me queda y tú quieres
y tiene que ser hoy martes, por que el jueves, como antes dije,  ya estaré muy viejo.
Dame, quiero gozar, sentir, sentirte y perder la razón en tu racimo de orgasmos,
olvidarme del tiempo  de ayer, del incierto mañana y sumergirme en el ahora.
Dame sosiego esta noche, dame calor en caricias y una última ración de tu aliento.
Para espantar el frio del alma quememos nuestra pasión en el fuego del infierno,
y el miércoles, para matar el frío del invierno, dame chocolate caliente por la mañana.

©Derechos Reservados.

viernes, julio 27, 2012

Cazuela de versos

Vicente Herrera Márquez


Cuantas veces me ha pasado que estoy haciendo el almuerzo
y de repente se me ocurren palabras que suenan a verso.
Como ya mi memoria olvida y las musas están escasas
no puedo dejar que se pierdan y quiero correr al teclado,
para que las pérfidas no se ahoguen en el caldo de la cazuela.
Como el apetito es urgente me olvido que la memoria es frágil,
pero… puede que sea el mejor poema que pueda yo escribir
y sin pensar en arroz o en fideos corro al computador.
Escribo y sigo escribiendo, por que las palabras traen palabras
y la sintaxis del verso me lleva por otros caminos,
caminos ya recorridos que dejaron almuerzos mal digeridos
o algún caminito angosto que le dejo al paladar un postre por repetir.
En el éxtasis del verso me olvido de almuerzo y cazuela
y sigo haciendo ensalada de letras con aderezo de besos idos…

De repente un olorcillo a quemado saca al poeta del trance
y me doy cuenta que el almuerzo se transformo en humo y rescoldo.
Ahora el estómago tendrá que conformarse  con un par de huevos fritos,
un poco de pan de ayer, una copa de vino tinto y una taza de café
pero quedo contento, porque en estos tiempos de olvido y ausencias
logré preparar un menú de letras y darle sentido de verso.
Con eso ya completé el día, y aún con apetito me doy por satisfecho.


©Derechos Reservados.

Aunque la llamen loca

Vicente Herrera Márquez


No soy caballero del medioevo
ni heredo estirpe alguna.
Tampoco soy el señor de la comarca
ni poseo títulos o prebendas,
para arrogarme el derecho  
de hablar mal de mis mujeres.
Pues, los blasones que me cubren
sólo son versos que saben acariciar.
Y si alguna, aunque la nombren mala,
llegara a hablar algo en contra de mi
o publicara mis verdades escondidas,
no serán mis letras las que la agravien,
la ignoren, la manchen o le llamen loca.
Ocupó un lugar en mi espacio
y siempre será dueña de ese lugar,
nunca tendrá mis reproches
ni imaginado,  la alcanzara mi olvido.
Porque los rincones de la memoria,
aunque tratara de borrarlos,
siempre tendrán el nombre
de la que alguna vez lo ocupó.
Yo no digo que he tenido  mujeres,
sería pretender ser dueño y señor,
y nadie es dueño de nadie.

Sí, digo que en todas mis andanzas
siempre me han acompañado  mujeres,
que me ayudaron en las dificultades,
me afirmaron en la debilidad,
me tendieron una mano cuando caí,
me acariciaron en el descanso diario,
fueron amantes en la noche larga
y con mas de alguna de ellas discutí.
Pero nunca les levanté una mano
ni mi voz destemplada vociferó en insulto.
Y la que podría tildar de loca
en su locura a mi lado hizo camino,
fue fanal y rumbo en mi noche incierta,
fue cómplice, pasión y compromiso.
Fue la que más me amó y yo, loco, también amé.

©Derechos Reservados.

Aún vive y escribe el poeta

Vicente Herrera Márquez


Viejo y triste, sólo con su teclado, está el poeta,
sigue soñando quimeras y recordando tiempo pasado.
En la penumbra del cuarto imagina siluetas distantes,
y  en el frío del otoño añora veranos calientes.
Sus dedos acarician el viejo molde de letras
buscando palabras nuevas entre las teclas inertes,
buscando encontrar entre los signos de interrogación
algún poema perdido que nunca salió a la luz,
porque eran letras sencillas o de mínima  importancia
y le dio vergüenza que aparezcan en reglones de multitud.
Tal vez eran letras de alegría,  de enojo, de simple verborrea
o fueron  versos de nostalgia sazonadas con sal de desamor,
porque la musa fue indiferente o encontró un mejor querer.
Sí, solo en un rincón de la vida, todavía vive el poeta.
Aún su voz gesticula palabras lindas y también hirientes exabruptos.
Sus falanges pueden escribir te quiero, te quise y ya no te quiero.
La tinta de su impresora se mantiene líquida como su sangre
y aún puede derramarse en papel dibujando notas de amor.
Sus ojos, aunque con mucho aumento, pueden ver la luz de hoy
y su mente es más clara que la de muchos con menos años,
con más títulos, más honores o una hilera de estrellas
u  otros que con prebendas y con votos comprados detentan poder.
Quizás un poco torpe para caminar y cruzar la calle,
sensible al frío, al calor y a todo lo que produzca alergia.
Con la plata justa para pagar arriendo, el agua, la luz, internet y sildenafil.
Por fortuna hace ya tiempo olvidó el tabaco y marihuana nunca fumó.
Pobre de bienes, escaso de wisky y sin manjares mundanos está el poeta,
pero que importa si con pan, vino tinto, un poco de abrigo y alguna caricia
aún puede estrujar el abecedario y escribirle a la vida y al amor.

©Derechos Reservados.