En un banco de
plaza pueblerina
o en un recinto
de espera;
en la sala de
clases o en un vagón del metro;
en los pasillos
de un centro comercial
o en los senderos
de un cementerio;
en la oscuridad
de un cine
o a la luz de las estrellas y luces de neón;
en los pasillos
de una maternidad
o en los
laberintos de un psiquiátrico;
en un hostal de
lujo o en un cuarto de arrabal;
en una estación o
en cualquier parador de la vida;
siempre habrá dos
personas que se miren a los ojos
y sin importarles
oídos y miradas, hablarán de amor.
Si hasta las
personas cuerdas pierden compostura,
con mayor razón
lo hacen los enamorados y los poetas locos.
Porque para amar,
más que una valija de cordura,
Lo que se requiere es
un arcón repleto de locura.
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