martes, mayo 30, 2006

¡Shssssss!... silencio...

Vicente Herrera Márquez

¡Shssssss!... despacio...
El poeta esta dormido
cuidado, no hagan ruido,
se puede despertar.
Dejen que duerma su sueño,
dejen que sueñe su vida.
Es mejor que este dormido
y no ande gritando calles
cuanto esta enamorado,
o llorando noches oscuras
por un amor que lo olvidó.

¡Shssssss!... callados...
No hablen tan alto, susurren.
No griten, tampoco canten.
Lentamente cierren la puerta,
afuera que quede el viento,
que no se oiga alrededor
ni el tic-tac de algún reloj.
No pidan que de su pluma
broten historias de amor,
ni que su voz apagada
en el aire garabatee dolor.


¡Shssssss!... silencio...
Dejen dormir al poeta.
Dejen que duerma el vino
que bebió de copas ajenas.
Dejen que sueñe el amor
que creyó tener en su mesa.
De su basto calendario,
lo abatieron las tormentas.
Se sació de amar imposibles,
se cansó de tejer quimeras,
ahora quiere descansar.
¡Shssssss!............................

jueves, mayo 25, 2006

En un banco naranja...

Vicente Herrera Márquez

o La ronda de la princesa Luz


En un pueblo lejano de color marrón,
en un banco naranja de la plaza azul,
mientras pensaba en un verde prado,
rodeada de niños de todos colores
estaba sentada la princesa Luz.

Absorta miraba la marcha del corso
que sin fin pasaba por el boulevard,
eran carrozas de mil y un colores,
era el carnaval de música y luces
que todos brindaban a la princesa Luz.

Cantando y bailando pasaban comparsas,
del pueblo marrón que rodeaba la plaza,
de las comarcas, de otros colores, cercanas
y de un lugar verde, brillante y distante.
Todos traían regalos para la princesa Luz.

Hombres con cascos plata le traían calor.
Pescadores con redes una gran caracola.
Un coro de niños le brindó una canción.
Y mujeres hermosas una ronda de flores,
de flores violetas para la princesa Luz.

Campesinos traían gavillas de dorado trigo
y una carreta repleta de amarillo maíz.
Hijos de la tierra llegaron trayendo
cueros de guanaco y plumas de avestruz.
Con todo el cariño para la princesa Luz.

Nadie trajo oro, nadie trajo perlas,
ni brillantes o alhajas, tampoco oropel.
Nada de esto quería, no lo necesitaba
Pues, mucho tenía y más ¿para qué?
Sin oro y riqueza era feliz la princesa Luz

Tenía belleza, alegría, brindaba amistad.
Regalaba sonrisas, derramaba bondad.
Era sol y luna, era tierra y aire,
era viento y calma , era río y mar.
Era todo aquello y Todo la princesa Luz.

Cuando el bullicio del corso tocaba final,
con tranco cansino pasaba un poeta gris.
En sus manos portaba un presente.
Dentro de una blanca caja con cinta rubí,
le entregó un poema a la princesa Luz.

Al abrir la caja con sus manos blancas,
una fuerte brisa se lo arrebató.
Corrió hacia el corso llamando al poeta,
ya estaba muy lejos y no la escuchó.
Se enojó con la brisa la princesa Luz.

Tarde, rodeada de hojas de color otoño,
cuando el sol se alejaba del pueblo marrón,
en el banco naranja de la plaza azul,
esperando que el viento trajera el poema,
sentada aún estaba la princesa Luz.

domingo, mayo 21, 2006

Tu voz y tu mirada

Vicente Herrera Márquez

Hoy escuché tu voz.
Fue el arrullo del viento que se anidó en mis oídos.
Fue trinar de calandrias en la mañana nublada.
Fue el murmullo del agua corriendo por la cañada.
Fue la emoción contenida al haber leído tus versos,
conocía tus palabras, tus letras, pero no la melodía.
Y fue la canción esperada de los lugares lejanos,
que conocieron mis años y que hoy saben de tus sueños.
Falta sentir en los míos, el resplandor de tus ojos
y que ilumine el sendero donde escucho tu canción.
Después que se acabe el mundo, que lo maten los agoreros
en todo caso el mío, pero nunca el mundo tuyo.
Con tu voz y tu mirada, sería el dueño del tiempo,
con eso tendría todo, aunque más de ti querría.
Pero existen barreras que median entre tú y yo,
distancias de tiempo y espacio, situación y condición.
El trayecto es mas largo que de lejos hasta mas lejos
y la jornada es extensa, más que de ayer hasta hoy.
Tú tienes la esperanza entera, y fuerzas para correr,
yo voy cansando los años que faltan para llegar.
Siento que falta menos, pero camino contento,
porque hoy escuché tu voz.

sábado, mayo 13, 2006

Esquelas y pergaminos

Vicente Herrera Márquez

En esas noches de insomnio persistente.
Esas noches que duran horas extendidas,
coligadas con las sombras que se alargan.
Busco en los reglones del recuerdo,
las palabras aprendidas y olvidadas,
para unirlas en frases congruentes,
y estamparlas en mi libro de memorias.
Trato de romper el muro fortaleza,
armado con orgullo y ligado con olvido,
que protegen episodios del trayecto recorrido.
Liberarlos y traerlos al presente
sin importar si son verdades o mentiras.
Para dejarlos al criterio de la gente.
Para exponerlos al juicio verdadero,
de aquellos que me alaban con fervor;
de aquellos que critican mi quehacer;
de otros que quieren sentenciarme
y de muchos que odian mi actuación.
A mis años y caminos transitados,
no es bueno esconder y llevarse con la muerte
esquelas blancas grabadas con amor
u oscuros pergaminos rayados con dolor.
Mejor es traerlos a los tiempos del presente,
mostrarlos sin tapujos ni vergüenzas
y aceptar el desprecio o la lisonja,
según lo dictamine el juicio de la gente.

viernes, mayo 12, 2006

Ventanas ( Windows)

Vicente Herrera Márquez

Con sol, con lluvia o con viento;
con risa, con tristeza o llanto;
busco verte a través de tu ventana.
Aquella que cerraste de improviso,
escondiendo tras de ella tu mirada.
Ya no escribes en el vaho del cristal,
ni siquiera un saludo o despedida,
o una seña que indique donde estás.
Y espero impaciente como un niño,
que entreabras, siquiera, las persianas.

En las horas meridianas se diluye,
la luz del otoño en mi ventana.
Mi paciencia se retuerce escondida
entre las hojas que repleto con estrofas,
derramadas en el piso de mi cuarto,
esperando con ansias tu llamada.
La espera impaciente se evapora
y transforma en desierto la mañana,
dejando un sabor de incertidumbre
y un amargo de resaca en la garganta.

Son horas solamente en el reloj,
en cambio para el alma son segundos
que caen en cadena interminable,
laceran la conciencia y nublan la razón.
El cigarrillo que alarga la esperanza
se va consumiendo y apagando cual la luz.
Y yo pensando y reclamando ¿Qué pasó?
Ahora a esperar, impaciente hasta mañana,
que ojalá no se extinga la luz en todo el día
y de nuevo tus ojos, iluminen las ventanas.

miércoles, mayo 10, 2006

Vini-cultura

Vicente Herrera Márquez

Vino tinto de mi tierra,
que entras en mi garganta,
no importa si eres merlot,
carmenere o sauvignon.
Porque igual te siento savia
que penetra por mis venas
para llegar al corazón.
Va nublando la conciencia
y hace olvidar la razón.
Condiciones necesarias,
para sacar de su encierro
a la esquiva inspiración.

El poeta es el vino tinto

Vicente Herrera Márquez

El poeta no soy yo.
El poeta es el vino tinto,
que le da color a mi sangre,
y tiñe el papel con letras.
Con letras que quieren hablar,
que quizás no digan nada,
pero mucho quieren decir.
Quieren decir que estoy vivo.
Quieren decir que aun escribo.
También expresar emociones,
y decir perdón, lo siento.
Por el dolor que causé,
en aquellos que me quisieron
y por herir sentimientos
de quienes me están oyendo.
Quizás, sin saber, a veces,
y cuantas veces sabiendo
que penas estoy sembrando,
no quiero cambiar semillas,
que después voy cosechando.
Poco a poco voy entendiendo,
por que en mis horas largas
solo el poeta acompaña
mis tiempos de soledad...
El poeta es el vino tinto,
y también un amigo leal,
que no pregunta y entiende
lo que yo quiero expresar.

martes, mayo 09, 2006

Crisoles

Vicente Herrera Márquez

Eres yesca, llama, luz.
Eres brasa, eres calor.
Eres volcán a punto de estallar.

Acerca tu antorcha y dame el fuego,
que alumbre nuestro encuentro
y encienda los leños de este hogar.

Convirtamos la pasión en llamaradas.
Quememos los rastrojos que quedan en el alma,
como rémora de amores alejados.
Arrasemos con vestigios de pasados,
que aguijonean los momentos de recuerdo.
Hagamos que el fuego cicatrice las heridas,
que han quedado abiertas en el alma,
dejadas por tantos amores mal curados.
Heridas que los años mantienen siempre vivas,
a pesar de sellarlas con olvido.
Incendiemos nuestras viejas carabelas,
en los diques de puertos olvidados.
Avancemos por nuevos derroteros,
iluminados por llamas de pasión.
Anclemos nuestras naves en bahías abrigadas.
Descansemos en playas si resacas y de calma.
Hagamos que se combinen elementos,
ardan, se quemen y mantengan el calor,
que perdure en el tiempo y no permita
se enfríen ni se rompan los crisoles,
donde se fundan y se mezclen los aceros
que refuercen y resistan la estructura de este amor.