lunes, febrero 13, 2012

Alas

Vicente Herrera Márquez

No nací gorrión, golondrina o una brizna en el viento,
no fui ser de aire, pajarillo emplumado o retoño de un avión,
pero la ventana de niño pobre me comunicó con la calandria.
La avutarda, la bandurria y la paloma pasajera me regalaron sueños
y los sueños, los libros y las bandadas migratorias me dieron alas.
Y sin pensarlo, sin medir distancias ni alturas comencé a volar.

Pero hoy mis alas están cansadas, están mustias y abatidas,
están ahítas de los vuelos que les pido sin descanso.
Yo mismo por momentos siento el peso del viaje por el tiempo,
y aún así les pido a mis alas otro esfuerzo, porque aun quiero volar.

Quiero volar por los rincones escondidos de los vientos,
por las distancias que insistentes señalan las veletas,
por los parajes que no ve el apurado caminar del hombre actual
y buscar los escondites humildes que cobijan a los pobres ignorados.

Quiero alcanzar las alturas donde moran los espíritus de poetas,
acompañar por nubes de calma y de tormenta los sueños juveniles,
jugar con los pequeños que comienzan a batir sus alas infantiles,
y con ellos soñar las llanuras, los desiertos, las montañas y los mares.

Quiero ayudar a crear alas en aquellos que tengan el ansia de volar,
y a sanar las heridas de soñadores que cayeron en vuelos sin sustento
o que se dejaron llevar por las corrientes tentadoras de los vientos,
sin antes aprender la importante lección de aterrizar o amarizar.

Quiero sentir el roce del aire frío o caliente en los surcos de mi rostro,
observar desde lo alto los cambios producidos por insensatos ambiciosos,
comparar las diferencias entre mi primer vuelo de otro siglo y el de hoy
y volar con gaviotas la inmensidad y generosidad de esta tierra madre.
También por la amplitud y la estrechez del hombre que carente de alas
quiere alcanzar alturas destruyendo las de aquellos que si las tenemos,
porque nacimos con ellas o de pequeños las golondrinas nos enseñaron a volar.

No hay comentarios.: