Me
voy y no pregunten por qué.
Yo
soy así, puede que esté muy bien
y de
repente por una coma, una mariposa o una golondrina,
cierro
mi cuaderno, guardo mi pluma, bato las alas y me voy.
Por
caminos desconocidos iré buscando senderos perdidos.
Hurgaré
en sueños futuros hasta encontrar las esperanzas de antaño.
Removeré
en el almacén de memorias hasta saber que archivos dejé con virus,
para
destruirlos o aplicarles la medicina que erradique el mal.
Buscaré
en mis primeros versos las palabras dichas al vuelo, que hirieron a las palomas
y
los “te quiero” mal dichos, con errores de ortografía o expresados en voz muy
baja.
Para
así volver algún día con archivos sin manchas ni errores de ortografía,
con
versos mejor escritos y en el lenguaje simple que usamos todos los días;
con
“Te quiero” sinceros dibujados con
bellas letras que griten con voz del alma.
Mientras
estoy ausente buscando las letras perdidas,
no
dejen de leer todo lo que llega al almacén de versos
y
busquen entre líneas la esencia del escritor.
Y
cuando comenten los versos de los jóvenes poetas,
no
usen palabras triviales, no calzan bien y están demás,
expresen
los sentimientos que esas letras les
provocan.
Tampoco
mientan con palabras fáciles que suenan falsas,
porque
en el tiempo, en lugar de alimento, serán mentiras,
que
envanecerán al poeta que está aprendiendo a escribir.
Digan
la verdad, incitándolo para que use palabras comunes
y
metáforas con sentido, sin perderse en nubes y alturas.
Además con palabras sabias expresen lo que no les
gustó,
tengan
seguridad que el escritor joven lo va a agradecer.
Y
cuando, el hoy, poeta incipiente, tenga
libros, años y caminos,
vuelvan
a visitarlo y leerán en sus versos lo agradecido que está.
Mientras
ve voy a recorrer caminos y vivir aventuras nuevas,
sigan
leyendo y escribiendo que en algún parador virtual,
cuando
busque mis correos también los voy a leer .
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