Sé muy bien, y lo reconozco,
que no estoy libre de
pecado,
tampoco de arrogancia,
y menos de soberbia.
Pero igual me animo, sin miedo alguno,
a arrojar la primera piedra.
Y si a mí me cae, que es lo
más probable,
sabré soportar el dolor, el
malestar,
y la vergüenza que me pueda
causar,
incluso el desprecio y el
desdén,
pues la vida me ha enseñado
a reconocer
tanto tus aciertos como mis
desatinos,
mis yerros y tus creencias,
tus ponencias y mis
supuestos,
mi ignorancia y tu certeza,
lo cual no me hace ser ni
menos ni más,
ni mejor ni peor, ni muy
distinto al modelo.
Sólo me hace ser un hombre
más, un simple mortal.
Y aunque me pese, o tú
quieras, otro no puedo ser.
Por eso no puedo aparentar
lo que no soy,
ni vestirme con traje de
farsante,
pedir prestado un atuendo de
ocasión
o andar
por la vida predicando inconsecuencias.
Ya lo ves no soy perfecto,
Si quieres mi amistad,
acéptame así.
Sólo así, con mi apariencia,
mi simpleza y mi verdad.
©Derechos Reservados.
©Derechos Reservados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario