jueves, noviembre 17, 2011

Tiempo de piano

Vicente Herrera Márquez 

En las notas del piano oigo silencios, 
y en lo acordes mido distancias. 
La melodía me envuelve furiosa 
en nuestra locura de ayer. 
Y el compás marca y suma 
los besos que el viento se llevó. 
Los dedos firmes del pianista 
acarician con seguridad las teclas, 
mientras los míos, temblorosos, 
procuran mantener el licor en la copa, 
dibujando un pentagrama en el cristal 
para escribir notas de soledad. 
Parece que ese piano guarda en letras 
la extensa historia de mi vida 
y el pianista cómplice las hace música
una, otra y mil veces más. 
No se si al oírlas lastiman el ego 
o traen al presente el placer 
de aquellos tiempos de amor. 
Tiempo de piano en el bar. 
Tiempo de piano en el alma.

martes, noviembre 15, 2011

Tiempos de adobe

Vicente Herrera Márquez

Había tierra,
pronto cayo una lluvia,
el polvo y el agua copularon
y de allí nació el barro.

Luego vino un ave trayendo paja
y al mezclarla con ese barro
inventó el material para su nido.
Cuando llegó el hombre
con ese mismo material
imitando al pájaro construyó su casa.

Después de algún tiempo
la tierra se enojó con el hombre
y con fuerza destruyo su hogar,
volviendo al polvo del inicio
las paredes de casa y nido.

Pero muy pronto cayó otra lluvia
el polvo en barro otra vez se convirtió
el ave volvió a construir su nido
y el hombre otra vez fabricó adobes
para nuevamente recomenzar.

Y después de algún tiempo
la tierra se volvió a enojar….

viernes, noviembre 04, 2011

Poeta enamorado

Vicente Herrera Márquez

Los poetas del amor lo buscamos en los abismos de la vida.
Somos de amores, en apariencia simples,
pero complicados en los estamentos del hombre.
Nos gusta el peligro y desafiamos los códigos morales,
nos perdemos en los laberintos del subconciente
y nos dejamos llevar por los impulsos sin medirlos.
Somos pasionales, obsesivos y juguetes de caprichos,
no pensamos en consecuencias ni lamentos
y enredamos sentimientos en las redes de la intriga.
Los poetas somos simples marionetas del destino
que amamos y jugamos con las letras,
buscando la entrega de mujer en cuerpo y alma,
sin pensar si tiene dueño, compromiso o algún lazo.
Pues pensamos que el amor es libre, sin fronteras,
sin papeles y sin amarras impuestas por amantes despechados,
o por falsos personajes disfrazados de intachables.
Somos juglares libres que no distinguimos límites terrenos
y no respetamos sintaxis ni prosodia del idioma
buscando palabras u oraciones que resalten la pasión.
Inventamos verbos y adjetivos para engrandecer el amor.
Los poetas somos seres del mundo que se esconde y se camufla
en los senderos que disimulan los setos limitantes sin sentido,
que establecen los pacatos enemigos del amor.
Soy un simple poeta del amor, así lo creo,
y no me canso de escribir romance y pasión a la mujer que amo,
desafiando los códigos morales y las normas ciegas de la ley.
Soy un loco poeta enamorado.