Allá
lejos por un sendero de invierno,
en brioso corcel de calesita
chúcara,
cabalga una mujer con cabello y
pollera al viento.
Lleva en la grupa una alforja repleta de vida,
en bandolera un arma con cargador
vacío
y en la mirada un adiós digno de
olvido y verso.
Arisca hembra y amante de amores
truncos,
va oteando el horizonte al frente,
sin mirar atrás.
Espolea furiosa el ijar del potro
alazán,
para que el trote lento se convierta
en galope y viento,
que devore distancias y se aleje de
un amor muerto.
No sabe si huye de un pasado o se aleja de un
fracaso,
mientras de su boca brotan maldiciones
con ira y llanto,
maldiciendo al motivo de su carrera
en fuga.
Su bota con punta y espuela
aguijonea con rabia,
pensando en aquél despiadado que
burló su amor
y para apurar el potro en su huida
a la libertad.
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