Sin dejar la soberbia de lado,
me visto con un traje
de vanidad,
y mientras disfruto la pereza
me solazo en el no
hacer nada.
Aún con un poco de la ira de ayer,
expresada en exabruptos,
me sumerjo en la lujuria
y disfruto lo que
destila el placer.
Luego me invade
sensación de gula,
muy pronto el apetito
llama a engullir,
y cuando el estómago
está repleto
me va envolviendo la envidia
de aquellos que pueden
comer más.
Mientras que la avaricia solapada,
saca cuentas mezquinas
y suma para ganar, pues
no saben perder.
Después de dormir por
largo rato.
pienso que soy
afortunado,
porque tengo todos los
pecados capitales.
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