Vicente Herrera Márquez
¿Quién será ese señor viejito que me mira en el espejo?
¿Será mi fantasma de ayer?
¿Será mi otro yo del futuro?
Me parece cara conocida, debe ser un familiar,
si hasta se parece a mi papá poco antes que muriera.
Tiene su misma mirada y poco pelo en la testera.
Luce muy blancos los dientes casi igual que los míos,
a pesar de nicotina y miles de cigarros consumidos.
Lleva barba color invierno de más de cuatro días,
podría afeitarse conmigo, por eso estoy frente al espejo.
Le hago una mueca y el responde con una casi igual.
Esbozo una sonrisa y también el me regala su sonrisa.
Lo miro bien, escudriño las arrugas de su frente,
parecen surcos arados a lo largo y ancho de una vida.
Me interno en las huellas de años que nacen de sus ojos,
y recorro cauces secos de riadas de antiguas tormentas.
Observo esos labios que tiritan imitando mi sonrisa,
con un rictus cómplice que parece quisieran sentir
el color y el fuego del vino tinto y de labios de mujer.
Efectivamente esa imagen se parece al viejo Herrera
y también encuentro que se asemeja mucho a mí.
Debe ser su fantasma que me viene a visitar.
Debe ser mi recuerdo de años que se acercan al presente.
Y pienso la razón y la verdad de los refranes,
es cierto aquello que dice: de tal palo tal astilla.
Me parezco a mi viejo y el se parece a su hijo.
Ahora me voy a rasurar para la cita que me espera,
con un brindis de buen vino y un beso ardiente de mujer.
Y luego si el romance deja un espacio y el tiempo lo permite,
iré a ver a mi doctor, pues estoy sintiendo achaques de vejez.
Cuentos, poemas, crónicas, opiniones, pensamientos, divagaciones e inquietudes de un hijo de la patagonia; modelado, bien o mal, por el indómito y soberbio viento Kóshkil...
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miércoles, noviembre 10, 2010
Cuando las rosas hablaban
Vicente Herrera Márquez
Hubo un tiempo ya olvidado,
en el que las flores hablaban.
Cuando una rosa decía: te quiero,
aunque lo dijera en silencio,
tu te detenías a oírla
y si no la escuchabas,
ella en tus oídos gritaba.
¿Será que las flores hoy no hablan?
¿Estarán hablando otro idioma?
¿Están las rosas calladas?
¿O no las quieres oír?
Hubo un tiempo ya olvidado,
en el que las flores hablaban.
Cuando una rosa decía: te quiero,
aunque lo dijera en silencio,
tu te detenías a oírla
y si no la escuchabas,
ella en tus oídos gritaba.
¿Será que las flores hoy no hablan?
¿Estarán hablando otro idioma?
¿Están las rosas calladas?
¿O no las quieres oír?
Sinoriente
Vicente Herrera Márquez
Voy errante caminado
entre rastrojos y hojarasca.
Siento que cruje el sendero
por el peso de nostalgias
guardadas apretadas en las alforjas
que soportan mi equipaje.
Transitando los senderos que vienen del ayer,
voy vagando sin un rumbo definido,
siguiendo surcos labrados con promesas
que se han ido diluyendo con el tiempo.
Estoy rendido en el cruce de los vientos,
no hay indicios de rutas con destino
y el camino de regreso se ha perdido.
No hay una veleta que indique puntos definidos,
o tenga en su cruz una flecha cardinal
que me diga cual es el sendero mejor para seguir.
Y sin norte, sur u oriente estoy perdido,
a merced del viento, las nostalgias y el olvido.
Voy errante caminado
entre rastrojos y hojarasca.
Siento que cruje el sendero
por el peso de nostalgias
guardadas apretadas en las alforjas
que soportan mi equipaje.
Transitando los senderos que vienen del ayer,
voy vagando sin un rumbo definido,
siguiendo surcos labrados con promesas
que se han ido diluyendo con el tiempo.
Estoy rendido en el cruce de los vientos,
no hay indicios de rutas con destino
y el camino de regreso se ha perdido.
No hay una veleta que indique puntos definidos,
o tenga en su cruz una flecha cardinal
que me diga cual es el sendero mejor para seguir.
Y sin norte, sur u oriente estoy perdido,
a merced del viento, las nostalgias y el olvido.
sábado, agosto 28, 2010
Palabra perdida
Vicente Herrera Márquez
Por que escucho que dices lo que yo quiero escuchar,
y tú crees que dices lo que no quieres decir.
Palabra
¿Dónde estás?
Te busqué en el abecedario,
y no estás.
Te busqué en cientos de idiomas,
te busqué en todos los dialectos,
también en las lenguas muertas,
y no estás.
Le pregunté a Dante y Cervantes,
a Neruda y la Mistral,
te busqué en el pentagrama, en La Biblia,
El Kamasutra y El Corán,
busqué en “El arte de amar”
y no te pude encontrar.
La palabra que busco, en ninguna parte esta.
Es posible que en Babel ella se perdiera.
Alguien la borró de pergaminos,
y Gutenberg la olvidó.
Hurgué en miles de libros,
y no, no estás.
Quemé pestañas en tratados de lógica,
en arcanos testamentos, en novelas de amor,
en trovas de enamorados
y no te pude encontrar
Al final, con voz grave, me dijo un anciano,
La palabra que buscas nunca en la vida existió.
Por lo tanto, amada mía, la vamos a inventar.
Y para que nunca se pierda la encerraremos en un arca
que solo dos podrán abrir: tu y yo.
Para mayor seguridad nunca la vamos a pronunciar.
Si un día el arca se rompe, el encanto se perderá.
Y la palabra en el viento será susurro que morirá.
Mientras tu seguirás cantando y yo seguiré escribiendo.
Por que escucho que dices lo que yo quiero escuchar,
y tú crees que dices lo que no quieres decir.
Palabra
¿Dónde estás?
Te busqué en el abecedario,
y no estás.
Te busqué en cientos de idiomas,
te busqué en todos los dialectos,
también en las lenguas muertas,
y no estás.
Le pregunté a Dante y Cervantes,
a Neruda y la Mistral,
te busqué en el pentagrama, en La Biblia,
El Kamasutra y El Corán,
busqué en “El arte de amar”
y no te pude encontrar.
La palabra que busco, en ninguna parte esta.
Es posible que en Babel ella se perdiera.
Alguien la borró de pergaminos,
y Gutenberg la olvidó.
Hurgué en miles de libros,
y no, no estás.
Quemé pestañas en tratados de lógica,
en arcanos testamentos, en novelas de amor,
en trovas de enamorados
y no te pude encontrar
Al final, con voz grave, me dijo un anciano,
La palabra que buscas nunca en la vida existió.
Por lo tanto, amada mía, la vamos a inventar.
Y para que nunca se pierda la encerraremos en un arca
que solo dos podrán abrir: tu y yo.
Para mayor seguridad nunca la vamos a pronunciar.
Si un día el arca se rompe, el encanto se perderá.
Y la palabra en el viento será susurro que morirá.
Mientras tu seguirás cantando y yo seguiré escribiendo.
Vivo soñando
Vicente Herrera Márquez
Sueño que correré distancias para alcanzar la partida
que deje un día de enero para volver en abril.
Sueño que algún día como cenizas libres
seré pasajero del viento y huésped del ancho mar.
Sueño que tu mirada será horizonte del tiempo,
y en el me veras como tu estrella de madrugada.
Sueño que veré cielos azules y transparentes,
libres de humos oscuros, partículas y aerosoles,
tal como los vieron los ancestros de mis abuelos.
Sueño con ríos limpios sin cloacas contaminantes,
que lleven aguas puras para regar campos de pan
y que la corriente clara de su cauce en mi boca aplaque la sed.
Sueño que las fronteras solo serán hilos de plata,
para suturar heridas que causó el hombre insensato,
ávido de poder y castrado de libertad.
Sueño que algún día a mano alzada elijamos quien nos dirija
y que el juez dicte el castigo justo, para el que diga yo fui señor.
Sueño que las banderas con estrellas, barras y lunas
formen un manto-iris que cobije al hombre en pluralidad,
Sueño que un parlamento de niños y ancianos elabore leyes
que inutilicen la metralla, el átomo bélico y el fusil.
Sueño que mis amigos vivan cien años de plenitud,
cultivando el trigo de todos y no el del que paga más.
Sueño que femenino y masculino sean iguales ante la ley
y que el macho reconozca en su hembra un ser igual.
Sueño que cada niño tenga su escuela y un camino para seguir,
que tenga una cuna, un juguete, leche, abrigo y una ilusión.
Sueño que mis sueños, algún día, serán la vida real,
pero aún así, quiero que siempre haya un motivo para soñar.
que deje un día de enero para volver en abril.
Sueño que algún día como cenizas libres
seré pasajero del viento y huésped del ancho mar.
Sueño que tu mirada será horizonte del tiempo,
y en el me veras como tu estrella de madrugada.
Sueño que veré cielos azules y transparentes,
libres de humos oscuros, partículas y aerosoles,
tal como los vieron los ancestros de mis abuelos.
Sueño con ríos limpios sin cloacas contaminantes,
que lleven aguas puras para regar campos de pan
y que la corriente clara de su cauce en mi boca aplaque la sed.
Sueño que las fronteras solo serán hilos de plata,
para suturar heridas que causó el hombre insensato,
ávido de poder y castrado de libertad.
Sueño que algún día a mano alzada elijamos quien nos dirija
y que el juez dicte el castigo justo, para el que diga yo fui señor.
Sueño que las banderas con estrellas, barras y lunas
formen un manto-iris que cobije al hombre en pluralidad,
Sueño que un parlamento de niños y ancianos elabore leyes
que inutilicen la metralla, el átomo bélico y el fusil.
Sueño que mis amigos vivan cien años de plenitud,
cultivando el trigo de todos y no el del que paga más.
Sueño que femenino y masculino sean iguales ante la ley
y que el macho reconozca en su hembra un ser igual.
Sueño que cada niño tenga su escuela y un camino para seguir,
que tenga una cuna, un juguete, leche, abrigo y una ilusión.
Sueño que mis sueños, algún día, serán la vida real,
pero aún así, quiero que siempre haya un motivo para soñar.
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