Vicente Herrera Márquez
Amiga del aire, capullo de viento,
te veo en mis sueños, te escucho en silencio,
te alejan distancias, te acercan los tiempos
Bandadas migrantes de aves errantes
me traen estrofas de tu lejanía.
Me traen la esencia de tierras queridas,
que mi mente cansada no puede olvidar.
Traen a mis ojos los matices presentes
de aquellos paisajes de tiempos pasados,
que en mis retinas, cubiertas de smog,
en su fondo se encuentran grabados.
Me traen murmullos de niños traviesos
que juegan, que corren, que estudian
en aquellas aulas de la vieja escuela.
Me traen susurros de muchachos lindos
y caricias amantes de jóvenes bellas,
que derraman amor en la plaza aquella.
Me traen el canto de madres que mecen
en cunas sencillas de hogares humildes,
el futuro incierto de nuevas vivencias.
Me traen clamores de mujeres y hombres,
que con banderas y gargantas claras,
se toman las calles y con fuerza demandan:
trabajo, justicia, salario, equidad y paz.
Me traen lamentos de compañeros de antaño
que a duras penas arrastran los años.
Me traen cuitas de amigos de tiempos pasados,
de viejos compinches que añoran momentos
gozados, sufridos, vividos y dejados atrás...
Con las aves de invierno que se alejan del sur
envía tus versos, tu canto, tus sueños,
que aquí en el norte, yo estoy esperando
que la distancia algún día se acorte, se encoja
y no sea tan larga, para volar hasta allí
saciar mi sed de nostalgias y embriagarme.
Sí, embriagarme al beber de tu aliento,
amiga del aire, capullo de viento.
Cuentos, poemas, crónicas, opiniones, pensamientos, divagaciones e inquietudes de un hijo de la patagonia; modelado, bien o mal, por el indómito y soberbio viento Kóshkil...
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miércoles, abril 19, 2006
viernes, febrero 24, 2006
Lo que puedes hacer si un amor te dejó...
Vicente Herrera Márquez
Cuando sientas el peso de la ausencia,
y escuches el clamor de los silencios.
Evoques su figura en la distancia
y veas la noche en la alborada.
No camines al abismo ciegamente,
ni te dejes vencer por la congoja
Ese amor ya no esta, pero tu estas aquí.
Un amor murió, otro amor que se fue.
Pero piensa, el amor no muere, ¡El esta aquí!
Vuelve a colmar tu vida de presencias.
Evoca las ausencias sin rencores ni dolor.
Recorre las distancias con ansias de vivir.
Ponle música al ruido de las calles,
rasga las penumbras con luces a raudales.
Saborea la miel del panal, que siempre ha estado
posado en el árbol que ves de tu ventana.
Vive y goza el plenilunio sin pudor.
Transforma tu soledad en pentagrama,
y ponle notas escalando una ilusión.
No pienses en engaños, en desdenes o en traición,
no te importen, son estados del amor.
Los amores son momentos de la vida
que llegan, se quedan, pasan, mueren o se van.
En cambio el amor...
¿El Amor? ¡El Amor jamás!
Cuando sientas el peso de la ausencia,
y escuches el clamor de los silencios.
Evoques su figura en la distancia
y veas la noche en la alborada.
No camines al abismo ciegamente,
ni te dejes vencer por la congoja
Ese amor ya no esta, pero tu estas aquí.
Un amor murió, otro amor que se fue.
Pero piensa, el amor no muere, ¡El esta aquí!
Vuelve a colmar tu vida de presencias.
Evoca las ausencias sin rencores ni dolor.
Recorre las distancias con ansias de vivir.
Ponle música al ruido de las calles,
rasga las penumbras con luces a raudales.
Saborea la miel del panal, que siempre ha estado
posado en el árbol que ves de tu ventana.
Vive y goza el plenilunio sin pudor.
Transforma tu soledad en pentagrama,
y ponle notas escalando una ilusión.
No pienses en engaños, en desdenes o en traición,
no te importen, son estados del amor.
Los amores son momentos de la vida
que llegan, se quedan, pasan, mueren o se van.
En cambio el amor...
¿El Amor? ¡El Amor jamás!
Hazme Indio
Vicente Herrera Márquez
Para ti amiga de piel morena que, siendo aún niños, una noche me permitiste acurrucarme entre tus senos y me abrigaste con tu piel, mientras el Kóshkil nos brindaba su canción.
Mujer de la tierra madre, trasplantada a la ciudad,
haz esta noche nuestra y muéstrame mi nación.
Con tu voz contaminada de palabras raras
y modismos sosos, que no dicen nada,
canta una rogativa al tiempo y pide: no falte el pan.
Con tu vista perdida en horizontes de cemento frío
llena mis ojos con campos verdes y ríos limpios.
Con tus oídos heridos por el estruendo de la ciudad,
trae a los míos el murmullo suave del viento sur,
del arroyo el canto, y el trino claro de algún zorzal.
Con tu pelo largo y negro, negro como el carbón,
enreda la luz del cuarto y traza figuras en el dosel.
Con tus manos pródigas, ajadas por subsistir,
recorre mi cuerpo ansioso y con rabia hazlo latir
como si fuera la piel tirante de algún cultrún.
Tiñe de piel morena, las sábanas de mi cama.
Vibra tu cuerpo arisco, y agita tu pecho ardiente.
En cáliz de greda dame a beber el vino áspero y tinto,
que brota ardiente del fondo de tus entrañas.
Para que caliente y ebrio, liberado de los prejuicios,
sin vergüenza , sin estigmas ni miedo, libere al indio,
que disfrazado con piel mas clara y otro apellido,
toda la vida llevé escondido dentro de mi.
Para ti amiga de piel morena que, siendo aún niños, una noche me permitiste acurrucarme entre tus senos y me abrigaste con tu piel, mientras el Kóshkil nos brindaba su canción.
Mujer de la tierra madre, trasplantada a la ciudad,
haz esta noche nuestra y muéstrame mi nación.
Con tu voz contaminada de palabras raras
y modismos sosos, que no dicen nada,
canta una rogativa al tiempo y pide: no falte el pan.
Con tu vista perdida en horizontes de cemento frío
llena mis ojos con campos verdes y ríos limpios.
Con tus oídos heridos por el estruendo de la ciudad,
trae a los míos el murmullo suave del viento sur,
del arroyo el canto, y el trino claro de algún zorzal.
Con tu pelo largo y negro, negro como el carbón,
enreda la luz del cuarto y traza figuras en el dosel.
Con tus manos pródigas, ajadas por subsistir,
recorre mi cuerpo ansioso y con rabia hazlo latir
como si fuera la piel tirante de algún cultrún.
Tiñe de piel morena, las sábanas de mi cama.
Vibra tu cuerpo arisco, y agita tu pecho ardiente.
En cáliz de greda dame a beber el vino áspero y tinto,
que brota ardiente del fondo de tus entrañas.
Para que caliente y ebrio, liberado de los prejuicios,
sin vergüenza , sin estigmas ni miedo, libere al indio,
que disfrazado con piel mas clara y otro apellido,
toda la vida llevé escondido dentro de mi.
Dilema
Vicente Herrera Márquez
¿Qué te puedo dar?
Me pregunto y no lo se.
No tengo bien material, ni nada para dejar.
¿Qué te puedo dar?
Me vuelvo a preguntar.
Soy ignorante, de saber poco y nada puedo ofrecer.
¿Qué te puedo dar?
Ya no se ni que pensar.
Quisiera ser ejemplo, pero entre cientos, muy poco soy.
¿Qué te puedo dar?
Ya no voy a preguntar.
Tengo, al fin, claro lo que haré.
Ahora voy a responder, pues ya se que te puedo dar.
Te daré mi risa, para que alegre tu camino.
Te daré cariño, para que venzas las tristezas.
Te daré silencio, para escuchar tus desventuras.
Te daré paciencia, en tus cuitas y aventuras
Te daré mis manos, para que estreches la amistad.
Te daré mis brazos, para que los uses de herramientas.
Te daré fuerzas, para que construyas tus proyectos.
Te daré mi aliento, para que enfrentes los eventos.
Te daré bríos, en los momentos de flaqueza.
Te daré la calma, en los días y los viajes tormentosos.
Te daré mis hombros, para que tengas un oasis de descanso
Te daré mi vino, para que sacies la sed junto conmigo
Creo que es poco, pero todo eso te daré.
¡Ah! Me olvidaba, algo más te puedo dar
Te daré problemas, para que aumentes tus pesares
Sí, eso, problemas te daré.
¿Qué te puedo dar?
Me pregunto y no lo se.
No tengo bien material, ni nada para dejar.
¿Qué te puedo dar?
Me vuelvo a preguntar.
Soy ignorante, de saber poco y nada puedo ofrecer.
¿Qué te puedo dar?
Ya no se ni que pensar.
Quisiera ser ejemplo, pero entre cientos, muy poco soy.
¿Qué te puedo dar?
Ya no voy a preguntar.
Tengo, al fin, claro lo que haré.
Ahora voy a responder, pues ya se que te puedo dar.
Te daré mi risa, para que alegre tu camino.
Te daré cariño, para que venzas las tristezas.
Te daré silencio, para escuchar tus desventuras.
Te daré paciencia, en tus cuitas y aventuras
Te daré mis manos, para que estreches la amistad.
Te daré mis brazos, para que los uses de herramientas.
Te daré fuerzas, para que construyas tus proyectos.
Te daré mi aliento, para que enfrentes los eventos.
Te daré bríos, en los momentos de flaqueza.
Te daré la calma, en los días y los viajes tormentosos.
Te daré mis hombros, para que tengas un oasis de descanso
Te daré mi vino, para que sacies la sed junto conmigo
Creo que es poco, pero todo eso te daré.
¡Ah! Me olvidaba, algo más te puedo dar
Te daré problemas, para que aumentes tus pesares
Sí, eso, problemas te daré.
jueves, enero 19, 2006
Páginas al viento
Vicente Herrera Márquez
Hojas guardadas en archivos polvorientos.
Carillas escritas con signos de grafito.
Hijas de mi pluma soñadora e inquietudes,
que repletan anaqueles cargados de memorias.
Hoy quiero sacarlas de las celdas, prisioneras,
sacudirles la pátina y el polvo de los años,
y con la ayuda de técnicas modernas
lanzarlas, libres, que el viento se las lleve
a recorrer confines extremos y destierros.
Esperando, que antes que las letras se diluyan,
allá, lejos, en una playa de otra orilla
Marta dibuje alguna, con tinta, en su retina.
Y en otro lugar del mundo, talvez María,
atrape versos y los muestre en su pantalla,
o Malena lea estrofas y las recuerde sin querer.
Páginas que eran mías, al viento las arrojé.
Ahora él es el dueño y él sabe si vivirán.
Si se mecen en la brisa o las rompe un ventarrón.
Hojas guardadas en archivos polvorientos.
Carillas escritas con signos de grafito.
Hijas de mi pluma soñadora e inquietudes,
que repletan anaqueles cargados de memorias.
Hoy quiero sacarlas de las celdas, prisioneras,
sacudirles la pátina y el polvo de los años,
y con la ayuda de técnicas modernas
lanzarlas, libres, que el viento se las lleve
a recorrer confines extremos y destierros.
Esperando, que antes que las letras se diluyan,
allá, lejos, en una playa de otra orilla
Marta dibuje alguna, con tinta, en su retina.
Y en otro lugar del mundo, talvez María,
atrape versos y los muestre en su pantalla,
o Malena lea estrofas y las recuerde sin querer.
Páginas que eran mías, al viento las arrojé.
Ahora él es el dueño y él sabe si vivirán.
Si se mecen en la brisa o las rompe un ventarrón.
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