jueves, enero 12, 2012

Centella otoñal

Un pequeño relato
Vicente Herrera Márquez

Lunes 26 de marzo 2007, hace frío, el cielo está cubierto de gris con nubes propias de la época.
Santiago de Chile, mi ciudad, ya hace un rato que despertó y se mueve un poco aletargada por la resaca del domingo, por el aire fresco de la mañana y por los primeros síntomas del otoño que comienza.
Yo también amanecí con los mismos malestares, un poco de resaca dominguera y los primeros síntomas de un resfrío otoñal.
Le convido energía eléctrica a mi compañero computador mientras tomo una taza de café.
La pantalla me muestra la página de un periódico que habla de los resultados del fútbol del domingo y de los problemas del nuevo sistema de transporte urbano de la ciudad, el famoso Transantiago.
De repente en la parte inferior de la pagina que leo aparece una pequeña ventana iluminada, doy un salto en mi silla y no puedo evitar lanzar una exclamación se sorpresa pero a la vez de alegría, allí en recuadro brillante aparece escrito un nombre que hace tiempo no veía en mi pantalla pero que si esta grabado en mis retinas, en mi mente y en mi piel, mi ritmo se aceleró, corrí a buscar otro café…
A los dos minutos se apagó la ventanita y el nombre desapareció, trate de tomar la taza de café y ésta resbaló de mis manos temblorosas, derramando el negro líquido sobre el escritorio y el teclado.
Pasaron tres minutos y nuevamente se encendió la ventanita y el nombre de mis sueños otra vez apareció, fue un chispazo, en treinta segundos se esfumó y no volvió a aparecer ¿habrá sido por el café que derramé en el teclado?
Como centella dos veces esa luz cruzó por mi pantalla, inconciente trate de alcanzarla y atraparla. Ilusionado pensé que esa luz insinuaba una intención, que era el guiño de unos ojos o la invitación de una mirada.
Luego ya calmado y con otro café en la mano pensé que quizás solo pasaba sin mirar y había llegado por casualidad explorando otro sendero o buscando otro destino que la trajo por un camino equivocado.
Iluso de mi, creí que talvez querría hablar conmigo.
¿O habrá sido una alucinación mas, otra de las tantas, que tengo cada día, con ese nombre y esa imagen que hace tiempo no aparece en mi pantalla?

Versos de viento y besos

Vicente Herrera Márquez

¡Hola! ¿Cómo estas? -
-Que bueno que abriste tu ventana, espera, espera, no la cierres.-
-Mírame, ¿no te acuerdas de mí?-
-¿No?-
-Haz un poco de memoria, nos conocimos en la  primavera pasada, un día temprano, allí, si allí en la esquina del viento.-
-¿Te acuerdas ahora? Yo buscaba la estación…
- Hoy temprano me atrapó una ráfaga de viento fuerte y me trajo hasta aquí, y aquí estoy con sueño y con frió.-
-Pensé que podría verte, algo aquí dentro me decía que te iba a encontrar.
-Hace rato que estoy esperando, tengo mucho frío.-

-Voy a estar contigo un ratito, no te preocupes nadie me va a ver, me voy a hacer pequeñito y me voy a acurrucar al lado de la estufa mientras tomo el café, tu sabes que algo de mago tengo.-
-Cuéntame, como has estado, que has hecho, ¿estas bien de salud?, siempre le pregunto al viento y a la luna por ti, pero nunca me responden.-
-Te cuento que casi todos los días creo verte pasar por mi ventana, te detienes unos momentos y sigues, me pregunto si quieres entrar ¿Por qué no lo haces?- (Quizás es solo un sueño mío)-
- También te cuento que yo estoy bien, siempre tratando de escribir, pero me cuesta, la inspiración esta esquiva y no llegan las palabras.-
- Muy rico tu café, ya estoy entrando en calor, hora de irme, aunque por mi, me quedara para siempre, tomando café de vida y viviendo el tiempo en tus ojos.
¡Mmmmm! que exquisito tu perfume, me trastorna ese aroma a mandarinas, mangos, ámbar, oriente e ylang-ylang.
-Te cuento que ese aroma lo tengo atrapado en un pequeño frasco donde guardo sueños y todas las noches derramo un par de gotas en mi almohada para dormir pensando en ti.-
-Hasta mañana y ahora empújame hacia el frío y cierra la ventana.-
-¿No dices nada? ¡Ayy, si tu supieras cuanto quiero oír tus palabras y me cuentes como estás!
-Espera, no cierres todavía, antes de irme te dejo un ramo de rosas y un cuaderno con versos, cien versos de viento y besos.-

jueves, noviembre 17, 2011

Tiempo de piano

Vicente Herrera Márquez 

En las notas del piano oigo silencios, 
y en lo acordes mido distancias. 
La melodía me envuelve furiosa 
en nuestra locura de ayer. 
Y el compás marca y suma 
los besos que el viento se llevó. 
Los dedos firmes del pianista 
acarician con seguridad las teclas, 
mientras los míos, temblorosos, 
procuran mantener el licor en la copa, 
dibujando un pentagrama en el cristal 
para escribir notas de soledad. 
Parece que ese piano guarda en letras 
la extensa historia de mi vida 
y el pianista cómplice las hace música
una, otra y mil veces más. 
No se si al oírlas lastiman el ego 
o traen al presente el placer 
de aquellos tiempos de amor. 
Tiempo de piano en el bar. 
Tiempo de piano en el alma.

martes, noviembre 15, 2011

Tiempos de adobe

Vicente Herrera Márquez

Había tierra,
pronto cayo una lluvia,
el polvo y el agua copularon
y de allí nació el barro.

Luego vino un ave trayendo paja
y al mezclarla con ese barro
inventó el material para su nido.
Cuando llegó el hombre
con ese mismo material
imitando al pájaro construyó su casa.

Después de algún tiempo
la tierra se enojó con el hombre
y con fuerza destruyo su hogar,
volviendo al polvo del inicio
las paredes de casa y nido.

Pero muy pronto cayó otra lluvia
el polvo en barro otra vez se convirtió
el ave volvió a construir su nido
y el hombre otra vez fabricó adobes
para nuevamente recomenzar.

Y después de algún tiempo
la tierra se volvió a enojar….

viernes, noviembre 04, 2011

Poeta enamorado

Vicente Herrera Márquez

Los poetas del amor lo buscamos en los abismos de la vida.
Somos de amores, en apariencia simples,
pero complicados en los estamentos del hombre.
Nos gusta el peligro y desafiamos los códigos morales,
nos perdemos en los laberintos del subconciente
y nos dejamos llevar por los impulsos sin medirlos.
Somos pasionales, obsesivos y juguetes de caprichos,
no pensamos en consecuencias ni lamentos
y enredamos sentimientos en las redes de la intriga.
Los poetas somos simples marionetas del destino
que amamos y jugamos con las letras,
buscando la entrega de mujer en cuerpo y alma,
sin pensar si tiene dueño, compromiso o algún lazo.
Pues pensamos que el amor es libre, sin fronteras,
sin papeles y sin amarras impuestas por amantes despechados,
o por falsos personajes disfrazados de intachables.
Somos juglares libres que no distinguimos límites terrenos
y no respetamos sintaxis ni prosodia del idioma
buscando palabras u oraciones que resalten la pasión.
Inventamos verbos y adjetivos para engrandecer el amor.
Los poetas somos seres del mundo que se esconde y se camufla
en los senderos que disimulan los setos limitantes sin sentido,
que establecen los pacatos enemigos del amor.
Soy un simple poeta del amor, así lo creo,
y no me canso de escribir romance y pasión a la mujer que amo,
desafiando los códigos morales y las normas ciegas de la ley.
Soy un loco poeta enamorado.